LA DECERSIÓN DE “DEMAS”

“Procura venir pronto a verme, porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica” 2ª Timoteo 4: 9-10

“Demas” es un personaje bíblico que aparece en tres epístolas del apóstol Pablo, y fue quien protagonizó la dramática deserción, justo cuando Pablo estaba encarcelado en Roma y condenado a muerte. Se dice que “Demas” es el nombre abreviado de Demetrio. Las pequeñas porciones que hablan de este hombre que estuvo entre los colaboradores del apóstol Pablo, terminan siendo una base de advertencia y exhortación bíblica ante riesgos y tentaciones aun vigentes en las vidas de cualquier hijo de Dios que podría terminar desertando de sus deberes como soldado de Cristo.

Debemos comenzar diciendo que la palabra “desertar” es considerada por la Real Academia Española como un < delito cometido por el militar profesional o por el reservista incorporado que, con ánimo de sustraerse permanentemente al cumplimiento de sus obligaciones militares, se ausenta de su unidad, destino o lugar de residencia>

La verdad es que desde que somos hijos de Dios, El Señor nos ha puesto en un camino hacia la obediencia, con responsabilidades y deberes, de los cuales estamos mandatados a no desertar. Porque si la jurisprudencia humana declara delito a la “deserción”, cuanto más la jurisprudencia de Dios.  La biblia considera al creyente como un soldado que debe sufrir las penalidades y los padecimientos por la causa de Cristo. Pablo le dice a Timoteo:

“Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” 2ª Timoteo 2: 3-4

La biblia insiste en decirnos que la vida del cristiano es un camino estrecho, pedregoso y difícil. En este texto bíblico, Pablo está advirtiendo a Timoteo acerca del sufrimiento por causa del evangelio como “buen soldado de Jesucristo”, y a no enredarse en la “telaraña” del mundo.

Sin embargo, nuestra naturaleza pecaminosa siempre va a tender a preferir el placer en lugar del padecimiento. Todos nosotros huimos de los problemas y no consideramos los padecimiento como parte de las bendiciones. Por esa razón, es muy notable considerar la elección de Moisés, de quien dice la escritura que “por la fe…escogió ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” hebreos 11:25. ¡Qué gran ejemplo!

Pero la deserción es una sombra amenazante que acompañará siempre a los “soldados de Cristo”. En este articulo dedicaremos tiempo para ver el caso de un tal “Demas”, de quien poco se habla, pero que sin duda deja una huella tristemente célebre, como la de aquel desertor que abandonó a Pablo cuando él más lo necesitaba.  Creemos que muchos creyentes, “post pandemia” y presas del terror ante el aumento estrepitoso de la maldad (anomia), tal cual lo anunció nuestro Señor Jesucristo hace más de dos mil años (Mateo 24:12), han estado desertando de sus obligaciones y deberes como soldados de Cristo.

La evidente comodidad de las reuniones virtuales realizadas durante los confinamientos obligatorios durante la pandemia del Covid19, y además “los riesgos que significa salir de casa” para reunirse con los hermanos, han dejado como saldo, muchos desertores, cual “Demas”, que han abandonado su deberes en su iglesia local.

“Demas” aparece solo en tres cartas del apóstol Pablo. En la epístola a los Colosenses, a Filemón y en la segunda carta dirigida a Timoteo.

  1. En la carta a los Colosenses.

 “Os saluda Lucas el médico amado, y Demas” Colosenses 4:14

Se entiende que Pablo está escribiendo desde la cárcel en Roma a esta iglesia local de Colosas ubicada en Asia Menor (4:10,18). En sus saludos menciona además a los creyentes de Laodicea e Hierápolis (2:1; 4:13, 15-16), ambas localidades muy cercanas a Colosas. Pero notemos que, entre aquellos saludos de Pablo, él menciona a varios hermanos con más de alguna cualidad, pero curiosamente de “Demas”, él no dice nada. Veamos:

Epafras: “nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros… que tiene gran solicitud por vosotros, y por los que están en Laodicea, y los que están en Hierápolis” (1:7; 4:12-13)

Tíquico: “amado hermano y fiel ministro y consiervo en el Señor” (4:7)

Onésimo: “amado y fiel hermano, que es uno de vosotros” (4:9)

 Aristarco: “mi compañero de prisiones” (4:10)

Marcos y Jesús (llamado Justo): “que son los únicos de la circuncisión que me ayudan en el reino de Dios, y han sido para mí un consuelo (4:10-11)

Lucas: “el médico amado” (4:14)

Como vemos, en medio de la notable descripción de la calidad del servicio de estos hermanos, de “Demas” no se dice nada. El silencio que otorga la santa escritura respecto a este personaje no deja de llamar la atención. El hecho de pasar desapercibido y sin cualidades evidentes en medio de los hermanos, por supuesto que es un síntoma preocupante, y cuanto más, al considerar el epílogo que se entrega de este hermano que terminó “amando al mundo”, en lugar de continuar colaborando con el ministerio de Pablo.  Vemos entonces en la epístola a los Colosenses a un “Demás” que tristemente no tiene ninguna descripción en cuanto a la calidad de su servicio.

Es muy útil considerar este relato para revisar nuestra participación en la iglesia local en donde El Señor nos ha puesto para servir. Es tiempo de confirmar si estamos haciendo uso de las cualidades, capacidades o dones espirituales que El Señor nos ha dado para beneficio de la obra y del provecho común de los hermanos, o tan solo podríamos ser un “Demas” sin ninguna cualidad notoria; pasando desapercibido, “sin pena ni gloria” en la obra del ministerio. Pablo le dice a Timoteo:

“sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza…ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti…Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos” 1ª Timoteo 4: 12-15

 Es muy importante resaltar la exhortación que Pablo le hace a Timoteo, llamándolo a ser ejemplo, a ocuparse de las cosas que edifican de manera individual y colectivamente; y con el énfasis de que aquello “sea manifiesto a todos”, es decir, no pasar desapercibido entre los hermanos, sino siendo referentes visibles para el provecho común y para la gloria del Señor.

No olvidemos que El Señor es glorificado cuando nuestra vida comienza a estar ocupada en “sus negocios”, y que dicha actividad, puesta en servicio legítimamente, fructifica para la edificación del Cuerpo de Cristo que es la iglesia.

Esforcémonos pues, para que no pasemos desapercibidos entre nuestros propios hermanos, sino que seamos visibles ejemplos, en consagración y trabajo, para la gloria y honra del Señor. Pablo también instruye a Timoteo diciéndole:

Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús. 2ª Timoteo 2:1

La gracia de Dios es la base en donde estamos firmes (Romanos 5:2), pero sobre ella debemos esforzarnos para cumplir el santo mandamiento que se nos ha encomendado, el cual habla de nuestro servicio en el ministerio, conforme a los dones o capacidades que el mismo Señor nos ha dado, y que operan según la multiforme gracia de Dios (1ª Pedro 4:10). Quizás muchas veces “el leguaje de la gracia” nos activa la pecaminosa conclusión de no hacer nada, escudándonos en que “todo es por gracia”, malinterpretando la doctrina completa. No olvidemos que Judas advierte que los falsos hermanos “convierten en libertinaje la gracia de Dios” (Judas 1:4). Nuestro Señor Jesucristo dijo:

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” Mateo 5:14-16

Nuestro Señor Jesucristo nos enseña que sus discípulos ya eran “luz del mundo”. Todo creyente, por el hecho de ser portador de La Palabra de Dios, se transforma en esencia en “luz del mundo”. Pero la enseñanza advierte que la luz debe ser visible a todos, es decir, no tiene ningún sentido si aquella luz no se hace evidente alumbrando a los demás.

Cristo pone el ejemplo de una ciudad asentada en un monte, la cual se hace visible a todos, y no se puede ocultar. Pero también ejemplifica con la “luz puesta debajo del almud”. El almud era un recipiente que había en las casas de aquella época para medir cantidades de grano o líquidos, es decir, sería inútil y absurdo poner una linterna bajo un recipiente; no cumpliría el propósito de alumbrar la casa. El Señor quiere que nosotros alumbremos visiblemente a todos.

Nuestro servicio debe alumbrar a todos. Pablo nos llama a ser “luminares en el mundo” e “hijos de Luz” (Filipenses 2:15; Efesios 5:8). No podemos pasar desapercibidos o mimetizados con el mundo, a tal extremo, de que nuestro servicio sea eclipsado u opacado por la indiferencia, comodidad y deserción del último tiempo.

Pablo resalta la fidelidad y dedicación de Epafras, Tíquico y Onésimo, la compañía de Aristarco, el apoyo y consuelo de Marcos y Jesús (Llamado Justo), el amor de Lucas, pero nada se dice de “Demás”. Nuestro ruego al Soberano desde ya, para que cuando estemos ante su presencia en su augusto Tribunal, nos diga “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” Mateo 25:23

      2.  En la carta a Filemón

 “Te saludan Epafras, mi compañero de prisiones por Cristo Jesús, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores” Filemón 1: 23-24

Es muy instructiva esta pequeña epístola de Pablo a Filemón. Aquí se habla de la sencillez de la iglesia primitiva que se reunía por las casas (1:2). Filemón era miembro de la iglesia en Colosas que se reunía precisamente en su casa.

En esta epístola se menciona nuevamente a “Demás”, pero a diferencia de la carta a los Colosenses, acá Pablo no resalta la cualidad de cada cual, sino que   los nombra parte del cuerpo de colaboradores del ministerio encomendado a Pablo, quien en ese momento estaba padeciendo cárcel en Roma por causa de la Palabra y el testimonio de Jesucristo.

En lo personal rescato la particular enseñanza de que la colaboración en la obra de ministerio no garantiza la permanencia invariable en el tiempo, sino que aquello ha de ser sostenido mediante la decisión, el compromiso y la perseverancia de cada creyente. Uno ahora puede estar colaborando con el ministerio, pero mañana podría transformarse en un remiso desertor. En esta epístola vemos a “Demás” como colaborador de Pablo, pero al final de los relatos bíblicos, le vemos como aquel que abandonó el ministerio “amando el mundo”.

La biblia enseña que la palabra que ha de acompañar a los creyentes y obreros de la labranza de Dios ha de ser siempre la “perseverancia”.

Perseverar significa mas que el solo hecho de permanecer, sino que denota la idea de “hacerse fuerte ante la adversidad, el desánimo, las dudas, derrotas o contradicciones”. La biblia enseña que los discípulos “perseveraban” en la doctrina (Hechos 2:42) y que el distintivo de los verdaderos creyentes siempre será la perseverancia (Mateo 24:13; hebreos 10:39)

  1. En la 2ª carta a Timoteo

 “Procura venir pronto a verme, porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica” 2ª Timoteo 4: 9-10

Resulta dramático pensar en la soledad que sentía Pablo al pedir a Timoteo que procurara pronto ir a verlo luego de la deserción de “Demas”.

Esta carta fue escrita desde la cárcel en Roma. Pablo ya sabía que le quedaba poco tiempo. El capitulo 4 precisamente, es como una sensible despedida del apóstol.

Es necesario resaltar el fin de este legitimo siervo de Dios. Esta encarcelado y sentenciado a morir (4:6), solitario; solo Lucas está con él (4:11), quizás esta con frío porque le pide a Timoteo que le lleve el capote o capa que había dejado en Troas (4:13) y aún más, un tal “Alejandro el calderero” le causaba muchos males (4:14).

Sin dudas, que este lóbrego escenario nos permite contrastar lo lejos que esta la actual idea antropocéntrica y hedonista de los pregoneros del falso evangelio de la prosperidad, que le atribuyen a la bendición de Dios solo el bienestar económico, sentimental y de salud. ¿Acaso Pablo no comprendía las “claves del éxito” en su vida cristiana, y por eso que estaba padeciendo? ¿Le faltó la “super fe”, el decretar, visualizar o confesar positivamente la prosperidad para crear el universo de circunstancia con una vida plena en este mundo? Pero bien sabemos que nada de eso es verdad. Pablo dijo: “todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” 2ª Timoteo 3:12. Para él era un privilegio padecer por causa del nombre de Jesucristo.

Es en ese contexto en donde Pablo le dice a Timoteo que había quedado solo, y que el otrora colaborador llamado “Demas”, había desertado; abandonándolo y marchándose a Tesalónica, probablemente su ciudad natal (4: 10).

A diferencia del relato en la carta a los Colosenses, aquí “Demás” encabeza la lista de una serie de hermanos mencionados por Pablo, pero no precisamente por sus virtudes o cualidades de su servicio, sino como la triste y amarga descripción de un desertor. Un colaborador de Pablo, que dejó de serlo en el momento menos esperado por el apóstol.

Del resto de hermanos se indica que habían partido presumiblemente con obligaciones ministeriales. Por ejemplo, Crescente había ido a Galacia, mientras que Tito a Dalmacia. Además, se nombra a Tíquico que el propio Pablo había enviado a Éfeso (quizás para llevar la carta a Timoteo). También aparece el fiel colaborador; el medico amado Lucas que permaneció junto a Pablo probablemente hasta su ejecución. Pero “Demas” es el único que se describe como aquel que dejó a Pablo “amando este mundo”. Observemos cada palabra del tristemente célebre relato sobre este “Demas”:

“Demas me ha desamparado”

Es interesante considerar que la palabra griega (ἐγκαταλείπω – egkataleipó) utilizada por Pablo, puede entenderse como “ser abandonado en circunstancias de escasez («privación»); por lo tanto, sentirse desamparado (indefenso), como alguien ha sido abandonado en circunstancias atroces” (Concordancia Strong https://bibliaparalela.com/greek/1459.htm). Aquí se usa la misma palabra que aparece en Mateo 27:46 cuando Cristo exclamó a gran voz desde la cruz: “Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Mateo 27:46.

“Demas” desamparó a Pablo cuando este más lo necesitaba. La versión NVI traduce el pasaje directamente como “Demás ha desertado”, que, de acuerdo con la jurisprudencia humana, la deserción configura un delito que comete un soldado que ha traicionado sus principios por abandono de sus deberes.

Sin embargo, es necesario entender que el relato no sugiere la idea de que “Demas” haya apostatado de la fe o que con aquello demostró no ser un verdadero cristiano, sino que abandonó sus deberes como obrero y soldado de Cristo; probablemente por los profundos temores que significaba relacionarse con el apóstol Pablo, quien era odiado y perseguido a muerte. Debemos entender la fuerza del contexto histórico ante la brutal persecución a los cristianos de ese tiempo. Porque juntarse y colaborar con Pablo, era como recibir el “abrazo de la muerte”. Por tal razón, Pablo insiste varias veces en este punto sobre la fidelidad de los hermanos que no se avergonzaban de él:

“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios” 2ª Timoteo 1: 8

 “Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes. Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas, sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló.  Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día” 2ª Timoteo 1: 15-18

 “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta” 2ª Timoteo 4:16

Pablo vivió en carne propia la felonía de varios de sus colaboradores. “Demas” fue uno de ellos. En los momentos de profunda angustia del apóstol, y cuando más necesitaba de consuelo y ánimo, “Demas” le desampara, desertando como soldado de Cristo.

“Amando este mundo”

Hay al menos dos interpretaciones que se aplican a la deserción de “Demas”, sin embargo, cualquiera que sea la más ajustada a los hechos que ocurrieron, el asunto concreto es que “Demas” desertó y desamparó a Pablo, “amando el mundo” y abandonando el ministerio.

1) La primera interpretación es que “Demas” habría preferido los placeres de este mundo en lugar de los padecimientos como buen soldado de Jesucristo. Esto explicaría que “Demas” “amó a este mundo” y por tal razón desamparó a Pablo.

La biblia nos presenta instrucciones muy específicas respecto a guardarnos de los “tentáculos” de un mundo o sistema, que por naturaleza es enemigo de Dios. La biblia dice:

“Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” Santiago 4:4

 Los deleites temporales del pecado ofrecidos abundantemente en este mundo de maldad ciertamente son atractivos aún para los creyentes, y muchas veces, podrían estos sucumbir ante tales seducciones, si dejan de perseverar en la ardua lucha contra el pecado y con las armas y el poder que confiere el Espíritu Santo y la gracia de Dios. En este tema desprendemos una útil aplicación para cada uno de nosotros. El apóstol Juan dice:

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” 1ª Juan 2:15-17

La severidad de este texto deja la siguiente sentencia: “si alguno ama al mundo, el amor del Padre no esta en él”. En estos versículos se presenta tres aspectos de los “tentáculos” del mundo que siempre quieren atrapar a los creyentes. Primero, “los deseos de la carne”; segundo, “los deseos de los ojos” y tercero, la vanagloria o soberbia de la vida.

Habitando en una naturaleza pecaminosa…

La biblia enseña que, aun siendo cristianos, habitamos en una naturaleza carnal que siempre nos quiere llevar cautivos a la ley del pecado, y esta realidad continuará todo el resto del paso por este mundo hasta que El Señor nos glorifique el día del arrebatamiento de la iglesia, o hasta cuando muramos el día en que El Soberano nos llame a su presencia. Ahí recién seremos definitivamente redimidos de la presencia del pecado. Pero en lo presente, debemos aprender a convivir con esta naturaleza pecaminosa que llevaremos a cuesta siempre durante toda nuestra vida. Pablo dice:

“Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la ley del pecado” Romanos 7: 19-25

Pablo reconoce que en sus miembros hay una ley que se rebela contra la ley de Cristo; que la voluntad pecaminosa siempre tenderá a hacer lo que al Señor no le agrada. Es la lucha que tiene todo creyente con su propio pecado. Y esa naturaleza es la que nos quiere arrastrar hacia los deseos de la carne, los deseos de los ojos y hacia la soberbia de la vida.

La lucha contra nuestro pecado no culmina después de años o décadas, sino que se mantendrá vigente todos los días de nuestra vida. El imperativo es mortificar la carne y despojarse del viejo hombre que está viciado (Efesios 4:22; Colosenses 3: 5-9), y esto requiere convicciones de pecado y perseverancia. Si cedemos en esto, nadie debe dudar un segundo en que la vieja naturaleza comenzará a reclamar su primitivo lugar.

Quizás “Demas” cedió y dejó de perseverar paulatinamente hasta llegar al extremo, de que su viejo hombre con sus pasiones prefirió los deleites de la carne, de los ojos, y aquella soberbia de la vida que siempre va adornada con los tan apetecidos réditos y logros terrenales.

2)  La segunda interpretación es que “Demas” se habría separado de Pablo, por los riesgos que significaba trabajar al servicio de alguien odiado a muerte por los religiosos de la época. No olvidemos que los religiosos judaizantes consideraban a Pablo como un traidor, y para ellos, eso era digno de pena capital. Ellos se esmeraban por estropear la reputación de Pablo, por lo que todo aquel que no discernía quien era verdaderamente el apóstol, terminaba por alejarse de él por vergüenza. La verdad que juntarse con Pablo era abrazar el desprecio, la persecución y aún la muerte. Por lo tanto, se piensa que “Demas”, ante el inminente martirio del apóstol, habría preferido amar su vida en este mundo, y alejarse a Tesalónica donde se presume que era su tierra natal. Esto explicaría que “Demas” “amó a este mundo” y por tal razón desamparó a Pablo.

Esta interpretación nos entrega una aplicación y elementos muy útiles también, porque nos evoca algunos párrafos de la santa escritura que habla con mucha evidencia sobre el tema del amor a este mundo y nuestra propia vida. Por ejemplo, Jesús dijo:

“Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.” Lucas 9:24

El asunto del amor por nuestra propia vida es algo consustancial a nuestra naturaleza caída por causa del pecado. Es que nos amamos tanto, que ninguno de nosotros podría, de manera natural, aborrecer su propia vida a cambio de los padecimientos del evangelio. Nuestro “amor propio” es una fortaleza que solo la puede derribar el Espíritu Santo. No olvidemos que dentro de los tres elementos que componen y resumen la vida del hombre están “el amor (propio), el odio y la envidia” (Eclesiastés 9:6)

Vivir el desprecio de la familia, de la sociedad, y en aquellos tiempos, ser martirizado por causa de Cristo, realmente no era una decisión de un corazón puramente humano, sino que era el bendito fruto de la verdadera fe y de la gracia de Dios que obraba poderosamente en aquellos creyentes. No podría ser de otra forma. Es la única manera de entender el por qué ellos morían con gozo, cuando eran martirizados mediante feroces bestias que desmenuzaban sus cuerpos en la arena imperial de las infernales fiestas del coliseo romano. El libro de hebreos dice:

“Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados” hebreos 11: 36-37

Este es un relato verídico de muchos de los creyentes que dejaron de amar su vida a cambio de la vida eterna. Nuevamente recordemos a Moisés que “por la fe…escogió ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado” hebreos 11:25. ¡Qué gran ejemplo!

Pero la única manera de ir amando menos la propia vida; es que el amor por Cristo vaya creciendo más y más en cada creyente. Tal cual lo dijo Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” gálatas 2:20

Es probable que “Demas” haya entrado en estado de pánico por causa de la Palabra y el testimonio de Jesucristo, y entonces prefirió refugiarse en el mundo y volvió a su casa. Sea como fuere, “Demas” desamparó a Pablo cuando este más lo necesitaba.

“…y (Demas) se ha ido a Tesalónica”

Los comentaristas coinciden en que probablemente “Demas” era de Tesalónica. Allí estaba su origen, su casa, su familia, sus pertenencias, su vida, su protección, y fue allí donde él regresó, buscando el refugio luego de escapar y desertar de sus deberes, olvidando o eludiendo el mandato de que debía sufrir las penalidades como buen soldado de Jesucristo (2ª Timoteo 2: 3)

La deserción es huir del peligro que conlleva los riesgos del soldado. Hay varios ejemplos de huida que se vienen a la mente cuanto meditamos en esa breve frase: “…y (Demas) se ha ido a Tesalónica”.  Recordemos por un momento el huerto de Getsemaní, porque fue allí cuando se probó la fidelidad de los discípulos de Cristo, y en especial la de Pedro, cuyas palabras debió recordar toda su vida: “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré” Mateo 26:33. Con justa razón decía el predicador:

“No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras…Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas” Eclesiastés 5: 2-5

Fue en Getsemaní cuando Cristo les profetizó que aquella noche todos se escandalizarían (avergonzarían) de él, y lo dejarían solo (Mateo 26: 31). Es interesante señalar que aquello era la profecía dicha cientos de años antes por el profeta Zacarías (13:7), y que, como toda profecía, tuvo su cumplimiento literal.

Cuando vinieron a arrestar al Señor Jesús, todos escaparon; se descarriaron, y cada cual se apartó por su camino, tal cual lo había dicho Isaías (53: 6). Es decir, todos presas del pánico, desertaron y desampararon a su Señor cuando él más los necesitaba. Todos se transformaron en desertores, aún aquel que le juraba lealtad hasta la muerte. Curiosamente también se ve a un misterioso muchacho que también escapó. La biblia dice:

“Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron. Pero cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron; más él, dejando la sábana, huyó desnudo” Marcos 14: 50-52

La deserción de “Demas” probablemente fue la huida que le libraría de los riesgos que significaba estar junto a Pablo. No olvidemos que en ese tiempo la persecución a los cristianos incluía la cárcel, los azotes y la muerte inclusive.

La deserción de los últimos tiempos

Como bien sabemos, la biblia describe cómo será la cristiandad del último tiempo considerando las características de la iglesia de Laodicea en el libro de apocalipsis (Apocalipsis 3:14-22), que podrían resumirse como cristianos nominales, tibios, cómodos y prósperos económicamente, y que, como consecuencia, los volvía muy arrogantes.

Tal cual, la cristiandad final experimentará una profunda deserción en la medida que los tiempos y el clima social vaya empeorando. No olvidemos que Cristo advirtió el “principio de dolores” (Mateo 24:8), antes que vengan “los dolores de parto” que serán manifestados en el tiempo de la gran tribulación (Mateo 24:21), periodo del que la iglesia ha sido librada por la gracia y la obra de Cristo (Romanos 5:9, 8:1; 1ª Tesalonicenses 1:10, 5: 9; Apocalipsis 3:10).

A diferencia de muchos que dicen que el ultimo tiempo estará acompañado de una masiva conversión a Cristo, la biblia indica todo lo contrario. La verdadera fe será socavada y reemplazada por corporaciones religiosas evangélicas con perspectivas muy distintas a las del evangelio de nuestro Señor Jesucristo. La actual apostasía que irá creciendo más y más en la medida que avanza el cronometro profético, está confirmando lo que Cristo y sus apóstoles ya advirtieron de antemano.

El punto de inflexión desde la pandemia del año 2020…

Desde el confinamiento obligatorio durante la pandemia desatada desde el año 2020, se ha observado una sistemática deserción de “cristianos” que descubrieron la comodidad de reunirse desde el living o dormitorio de sus casas. Vieron que ya no eran necesaria la presencialidad, ante la variada parrilla de enseñanzas que se mueven a través de la redes sociales, y muchos decidieron la comodidad del estudio virtual, ahorrándose así el esfuerzo de dejar sus comodidades, y aún más, los costos económicos  de asistir al lugar donde se reúne presencialmente la iglesia de Cristo.

Pero esto no nos debería sorprender (aunque sí nos entristece), porque la profecía bíblica es tan precisa, que no deja lugar a la duda de cómo será la característica de la cristiandad de los últimos tiempos. Cristo dijo:

“Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Lucas 18:8

Este es solo uno de los tantos pasajes que confirman que el último tiempo mostrará un claro descenso espiritual, en lugar que de un mal llamado “avivamiento” como los profetas soñadores anuncian (compare Jeremías 23: 16).

Ya estamos observando el cumplimiento de la profecía bíblica al ver a la gran mayoría de cristianos negando el inminente arrebatamiento de los creyentes. Hoy no solo se niega la doctrina del arrebatamiento, sino que los líderes ya no hablan de ninguna profecía, considerándola como una enseñanza de segunda o tercera categoría de importancia.

Nuestro Señor Jesucristo advirtió en sus enseñanzas sobre la deserción de aquellos que, pareciendo verdaderos creyentes, al final no lo son. Y la característica de aquellos, es precisamente  “volver atrás” cuando vienen las pruebas y los afanes de la vida. Cristo dijo:

“Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa” Mateo 13:20-22

Que dramático resulta meditar en individuos cuya “vida espiritual” es de corta duración debido a que no tiene “raíz en sí”. La biblia enseña que aquellos no soportan la aflicción o la persecución. De la misma manera son los que oyen la palabra, pero debido a las preocupaciones y la búsqueda del éxito en este mundo, terminan desertando de las filas de Cristo.

La deserción es un pecado terrible delante de Dios. Es abandonar el deber al cual el Soberano nos ha mandado. Es traicionar el deseo de quien nos amó y quiso morir por nosotros. Es mostrar la traición y felonía a todos y cada uno de los hermanos. La deserción es un pecado que cualquiera de nosotros podría cometer, cuando nuestro corazón esta divido entre amar a Dios y al mundo.

Finalmente recordemos y reflexionemos profundamente en lo que nuestro Señor Jesucristo dijo: “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” Lucas 9:62

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo nos ayude a mantener firme y sin fluctuar la profesión de nuestra esperanza, estando persuadido de que fiel es el que prometió. Amén. ¡Maranata!

PEL 03/2023


1 comentario

David · 26 de marzo de 2023 a las 19:18

Este pasaje es una parte de la última carta que el apóstol Pablo escribió a Timoteo, su discípulo y colaborador en el ministerio. En este pasaje, Pablo le pide a Timoteo que venga a visitarlo pronto, y luego menciona a tres personas: Demas, Crescente y Tito.

En el caso de Demas, Pablo menciona que lo ha abandonado por amor al mundo, lo que significa que Demas ha dejado de lado su compromiso con el ministerio y ha decidido seguir sus propios deseos y ambiciones. Es una advertencia sobre el peligro de amar y buscar los placeres mundanos, en lugar de buscar y seguir la voluntad de Dios.

En cuanto a Crescente y Tito, Pablo simplemente menciona que se han ido a otros lugares. No hay una explicación detallada de por qué se han ido, pero se presume que han sido enviados a realizar trabajos ministeriales en otras regiones.

En resumen, este pasaje nos muestra la importancia de mantenernos firmes en nuestra fe y compromiso con el ministerio, sin ser tentados por los placeres y deseos del mundo. También nos enseña la importancia de apoyar y animar a nuestros hermanos en la fe, incluso cuando están en tiempos difíciles.

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