“porque no hay acepción de personas para con Dios”

Romanos 2:11

 Este pasaje nos habla de manera clara y categórica que Dios no favorece arbitrariamente a unas personas más que a otras, sino que a todos los hombres los pone sobre un mismo plano respecto a la condición de pecadores que somos y a la necesidad  de salvación.  Dios no hace acepción de personas; así como bajo la óptica de Dios, todos somos pecadores, así también todos somos llamados al arrepentimiento sin excepción ni discriminación.

 “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” Hechos 17:30

 Estamos cruzando un tiempo cuando el enemigo ha comenzado a levantar sus banderas de manera asolapada en contra de la verdad del evangelio. Y digo asolapada  porque siempre satanás ha presentado su mentira  como una gran verdad y que por cierto,  es muy bien recibida por la mayoría de las personas. Me refiero a la antigua temática del asunto de la discriminación  que ha resurgido y que se ha establecido nuevamente con mucha fuerza sobre el tapete  de la opinión pública, sobre todo considerando la muerte de hace un tiempo atrás,  del joven Daniel Zamudio victima de una demencial golpiza propinada por un grupo presuntamente ligado a radicalismo neonazi.

 Si bien es cierto que a voz unánime, todos repudian de manera absoluta toda forma de discriminación y con mucha mas fuerza cualquier acto de violencia derivada de ideologías sectarias, no es menos cierto que  debemos reconocer que entidades oportunistas han utilizado esta tragedia para reanimar aquellas voces que pretenden reivindicar y legitimar sus propias ideas desviadas en nombre de la “no-discriminación”. Estos movimientos están haciendo un continuo lobby  a las autoridades y han encontrado en la tragedia del joven  Daniel Zamudio,  el escenario perfecto para vociferar sus reclamos.

 La referencia particularmente es a los autoproclamados “minorías sexuales”, quienes se han organizado a tal punto, que su voz pesa con mucha fuerza en la opinión pública. Ningún político que desee adeptos y buenos resultados en su aprobación popular o próxima elección, dejará fuera de sus programas populistas,  las demandas de las agrupaciones de homosexuales. Nadie alza la voz de manera radical respecto a este tema que aumenta como la espuma o como la mala hierba.

 Lo paradójico, incoherente y hasta ridículo, es que los mismos que elevan sus fuertes reclamos en contra de la discriminación, son los mismos que a su vez piden la censura y supresión  de aquellos que no están de acuerdo con sus desviaciones e inmoralidades. Es decir, se vocifera no a la discriminación de los inmorales, pero sí censura a los defensores de los valores morales y del género humano. ¿No es la antigua ley del embudo o la antigua parodia del ladrón detrás del juez?

No cabe duda que estamos cruzando un tiempo que se ajusta a la antigua observación y advertencia  que el propio Creador de todas las cosas anunció por medio del profeta Isaías:

 “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” Isaías 5:20

 Creo que la legítima iglesia cristiana debe pronunciarse con firmeza,  y declarar lo que la Biblia dice frente a esta oleada de relativismo moral que está invadiendo nuestras calles, colegios, oficinas, radio y televisión.

Hasta hace unas décadas, la vergüenza de prácticas homosexuales solo se realizaba en la oscuridad de los círculos más íntimos de la sociedad; a nadie se le hubiese ocurrido hablar de su desviación a la luz del día y por medios de prensa como ahora se realiza. En la actualidad, a un tipo que reconoce sus desviaciones y que aún más,  confiesa que vive emparejado con alguien del mismo sexo, la gente lo aplaude y lo ovaciona.

 Para nadie es una novedad ver adolescentes del mismo sexo tomadas de la mano y besándose descaradamente en los parques, a la salidas de sus emblemáticos colegios o en el metro. Evidentemente el antiguo concepto de la vergüenza y del pudor  se esta extinguiendo, en otras palabras, la sociedad esta cada vez mas sinvergüenza y sin ninguna sensibilidad a la moral.

 Esta observación aunque severa y áspera,  es necesaria. La voz potente del evangelio tiene este ingrediente agrio que nadie desea leer ni escuchar. Es justamente la legítima Palabra de Dios la que quiere ser censurada por aquellos que aman más las tinieblas que la luz.

 Hay un hecho sintomático  respecto al tema de la discriminación y a su uso  a conveniencia parcial, por ejemplo, hoy  en un afamado programa de TV, se hace mofa y parodia del comportamiento de personas que participan en iglesias evangélicas cuyas prácticas son frenéticas y algo extravagantes. Me refiero a éstas dos comediantes que simulan ser mujeres de corte pentecostal,  y que con su rutina exagerada e insolente, se mofan descaradamente de las prácticas y costumbres religiosas de algunas corporaciones pentecostales, pero sin embargo, nadie las ha censurado ni suprimido. No obstante, estoy completamente seguro que,  si  hipotéticamente un grupo de evangélicos comenzaran sistemática y públicamente  a hacer una parodia y burdo espectáculo que ridiculice a los homosexuales o lesbianas, muchas personas con cobertura de prensa, políticos y todo el conocido arsenal mediático se iría estrepitosamente en contra,  vociferando la clásica cantinela de la anti discriminación, de la igualdad, del respeto, etc. etc. ¿será  que acaso la ley anti discriminación solo favorecerá a algunos? Creo firmemente que ante un juicio certero y justo, la ley anti discriminación, terminará discriminando a aquellos que no comparten las demandas de la inmoralidad.

Ahora bien, los voceros de estos movimientos que pretenden reivindicar la homosexualidad, dicen que esto no es un asunto de moral ni de religión, sino que de igualdad ante la ley, por lo tanto, se oponen acérrimamente a que se legisle o se opine con la Biblia o con los conceptos de la moral.  Evidentemente, ellos confiesan públicamente y cuanto mas privadamente, su odio irrestricto a la Palabra de Dios, la cual enseña con mucha evidencia y claridad, que la homosexualidad no es una enfermedad ni una opción de vida, sino que es un  Pecado anti natura, es decir, que transgrede el carácter santo de Dios y a la esencia del género humano.

 El discurso político y diplomático de los voceros del movimiento de homosexuales y lesbianas, es solo la punta del “iceberg” ya que en sus marchas y carnavales públicos,  exhiben sus mas bajos instintos de inmoralidad; hombres vestidos de mujeres, besándose de manera frenética y desafiante, mostrando  su vergüenza sin ningún pudor ni miramiento, “echándose al bolsillo” a todos aquellos  detractores que no comparten la degeneración, e inclusive  a niños que preguntan inocentemente a sus padres,  que significa todo eso.  Evidentemente, eso también es discriminación.  SI alguien quiere vivir sin reconocer su género, es decir, degeneradamente, que lo haga en privado por respecto a aquellos que no participan de sus prácticas. ¿No le parece que eso es justo y anti discriminatorio también?

 Hoy la justicia y los valores se han vuelto tan relativos y sujetos al prisma con que se mire. La humanidad ha luchado deliberadamente para extinguir el valor absoluto de la verdad, para suplantarlo por un débil concepto relativo. Vamos rumbo a una sociedad que en nombre de la “no discriminación”, va a encarcelar y condenar al predicador con su apología a la moral, pero premiará y protegerá al propagador de la inmoralidad en las plazas, colegios y transporte público. La Biblia tiene mucho que decir al respecto. En primer lugar, se debe dejar claramente establecido que estos tiempos están profetizados en la eterna e infalible Palabra de Dios.

 “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre…. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban.. Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste.” Lucas 17: 26-30

 La pregunta que debe resaltar luego de leer estos pasajes es: ¿Cómo eran los días de Noe y los días  de Lot? Al buscar el denominador común que  caracterizó el estado de la humanidad en ambos casos, descubrimos que es la multiplicación de la maldad.

En ambos tiempos, existió una descomposición moral y espiritual de tal envergadura,  que solo hacía presagiar la intervención del Dedo de Dios; expresión que  paradójicamente fue tan acertada por los brujos de Faraón (Éxodo 8:19)

 La Biblia relata que en los días de Noe,  la maldad de los hombres era mucha en la tierra y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos, era de continuo solamente al mal (Génesis 6:5)

No obstante, había un despertar de las artes, de la industria y de la economía en general, pero todo aquello no era garantía de prosperidad espiritual, por el contrario, el deterioro moral fue en aumento hasta el día del juicio.

 Respecto a Lot, la situación no fue diferente. La ciudad de Sodoma asentada cerca del valle del jordán, se caracterizó por la prosperidad material y por los sones de globalización. De hecho, todo ese cúmulo de cosas fue la que gatilló la decisión carnal de Lot, el día que se separó de su tío Abraham.

Aquella ciudad se caracterizó y pasó a la historia por la explosión de la degeneración. Fue ahí donde se consolidó aquel  pecado tan nauseabundo como la homo sexualidad y cuyos cultores de tal depravación hasta el día de  hoy reciben aquel gentilicio de esa ciudad maldita.

Como vemos, dos generaciones prósperas en artes, economía y con fuertes impulsos de unidad, pero ambas con una depravación insostenible, y en ambos casos el Juicio de Dios vino sobre ellos.

 Hoy nosotros, a miles de años de esas generaciones, contemplamos exactamente lo mismo. Son los mismos ingredientes. Vemos como la macroeconomía surge, las artes se expresan de las maneras más increíbles y la incesante búsqueda de la unidad, ya nos son las consignas solo del hombre natural, sino que han penetrado impúdicamente en las iglesias llamadas cristianas.  Pero no solo eso. Así, tal cual como en los días de Lot, los homosexuales están plagando nuestra sociedad y cautivando a muchos para que se sumen a  aquella degeneración que en la actualidad ha recibido el apelativo de: “Minorías y diversidades sexuales”.

 El relato que la Biblia hace respecto al estado de perversión en la que estaba sumidad la sociedad de Sodoma es sorprendente y creo oportuno citarla para su reflexión:

 “Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo, y dijo: Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la calle nos quedaremos esta noche.

Mas él porfió con ellos mucho, y fueron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron. Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo.

Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró la puerta tras sí, y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado. Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta.

Entonces los varones alargaron la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron la puerta. Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta. Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo” Génesis 19: 1-13

 Como podemos observar,  el relato es muy descriptivo sobre el grado de violencia y degeneración a la que había llegado la sociedad de Sodoma.

Lot les insiste  a los ángeles  enviados por Dios  a que pernoctaran en su casa, evidentemente quería evitar  al peligro que significaba quedarse una noche en la calle. Este peligro es el mismo que cada uno de nosotros sabe que existe en la actualidad; los días de hoy son de impresionante similitud.

 Por otro lado, se observa una escena espeluznante cuando se señala que los habitantes de Sodoma rodearon la casa de Lot para abusar de los ángeles enviados por Dios. Es un hecho interesante comentar que la Biblia dice que eran hombres “desde el más joven hasta el más viejo” que evidenciaban  la perversión y degeneración sexual, es decir, al igual que en nuestra sociedad, este mal es transversal y afecta a todo individuo sin marco de edad.

 Otro elemento importante, es analizar la palabra que los degenerados utilizaron:

 “Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos” Génesis 19:5

 La palabra “CONOZCAMOS” en las escrituras es la misma que aparece en otros pasajes como por ejemplo, Génesis 4: 17 y 25 ó Mateo 1:25, en donde se refiere abiertamente a tener relaciones sexuales.

En otras palabras, los degenerados rodearon la casa de Lot para abusar sexualmente de los varones de Dios. No en vano la escritura señala:

 “…y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados. (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos)” 2 Pedro 2: 7-8

 Lot conociendo la gravedad, la tensión del momento y las consecuencias de lo que podría ocurrir, impidió el avance de los pervertidos y les ofreció a sus propias hijas doncellas para aplacar sus mas bajos instintos, situación que revela que la promiscuidad de los habitantes de Sodoma no solo eran de características  homosexuales, sino que también BI-.sexuales.  Es tan igual como en la actualidad se concibe el sexo, la gente habla de modo tan liviano de  “opción sexual”, como si eso se tratara de una moda o cambiarse de calcetines. La Biblia enseña que Dios creó a un hombre y a una mujer, y todo lo demás, es una degeneración.

 Finalmente, vemos, querámoslo o no, aceptémoslo o no, creámoslo o no,   el dedo de Dios destruyendo a esta ciudad llamada Sodoma debido a los niveles de degeneración que ésta alcanzó. Si deseamos observar en la historia algún indicador o señal que anunciaba el inminente  término de una etapa de la humanidad mediante la llegada del temible  juicio de Dios, ese era justamente el estrepitoso aumento de la degeneración y perversidad sexual; así fue con todos los grandes  imperios; Egipto, Babilonia, Roma, y así será también con nuestra generación.

 Por tal razón, hoy en medio del escenario adornado con grandes pendones que hablan de la anti discriminación y que la mayoría lo celebra como un verdadero avance hacia  una sociedad “mas justa, solidaria, incluyente e igualitaria”, solo se configura el mas triste y lóbrego de los espectáculos en el cual muchos le dicen abierta y desafiantemente  NO a Dios, por lo tanto, solo les resta esperar el terrible  juicio predicho por la infalible y Santa Escritura. Si a Ud. estimado lector (auditor) le ha impactado el crudo desarrollo de este tema y cree en este momento en que el pecado no quedará impune y que será juzgado ante el trono de Dios, le animo a que ahora mismo incline su rostro frente al Dios y en nombre de Cristo Jesús le pida salvación para ser librado de esta perversa generación.

 “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” 1 Juan 1: 8-10

 Amados hermanos, esta cruda descripción de los hechos  anuncia el inminente regreso de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Él sabe que al igual que el justo Lot (como lo describe el apóstol Pedro), los creyentes estamos abrumados y cansados de este mundo  que, tan igual como la antigua Sodoma,  corre directo al precipicio. Es la actual sociedad que premia y protege la injusticia, la corrupción y la inmoralidad, pero que discrimina a los detractores de sus desviadas ideas  y pensamientos post modernistas.

 Que la gracia de Dios nos ayude a mantenernos firmes sin fluctuar en medio de una oleada brutal de secularismo y degeneración que esta avanzando a niveles increíbles. Que así sea, Amén.

 PEL08/2012

 

 

 

Categorías: Apologética

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