“…mujeres que profesan piedad” 1 Timoteo 2:10


Cuan necesario es reivindicar nuevamente la verdadera enseñanza que la biblia entrega respecto a la mujer y al propósito para el cual Dios la creó. Y sobre todo en tiempos cuando el verdadero valor e identidad de la mujer está siendo tenazmente aplastado por el humanismo anticristiano.

Las mujeres de la actualidad están exhibiendo una evidente “pérdida de identidad”. Hoy es considerado “glorioso” ver mujeres practicando un deporte que por naturaleza, requiere de la rudeza de la anatomía de un hombre. Pero ahora se habla de “igualdad de género”, que no tiene que ver exclusivamente con derechos civiles, sino que de una evidente búsqueda de la pérdida de identidad femenina. Hoy son las propias mujeres que se amotinan y vociferan mostrando patéticamente sus senos en son de protesta; reclamando que son “iguales a los hombres”. Ellas actúan como hombres, siendo rudas, amachadas; renunciando deliberadamente a aquella clásica y extinguida dulzura que el sello del Creador puso en su propio ADN.

Recordemos los antiguos movimientos feministas que ahora están dando “frutos” en las mentes de las mujeres actuales. El exitismo de crear mujeres “realizadas”, desligadas de la suprema labor de madre, ha llevado, no solo a dar paso a un país que está envejeciendo debido a la caída de la tasa de natalidad, sino que a descubrir la sensible problemática sobre la base de los hogares, cuya crianza de los   hijos es con la ausencia maternal; derivando a un tercero ese noble privilegio de “ser madre” como las nanas o abuelas. Y todo, muchas veces por mantener el status social o alcanzar aquellas metas exitistas cuya factura es entregada a los hijos. De esta manera, el hombre y la mujer está ausente en la casa, por lo tanto, la familia va perdiendo su identidad.

Conceptos como, mujeres que aman criar a sus hijos en lugar de realizarse como “profesionales”, hombres que trabajan para proveer a sus hogares e hijos que respetan a sus padres; hace tiempo que han sido relegados al baúl del recuerdo, y desempolvarlos para enseñarlos hoy en día, significa para la gran mayoría, palabras de un “machismo, anacronismo o fundamentalismo” intolerante. Las jóvenes actuales no consideran en su ADN la noble tarea de ser madres.

La mujer en el Edén

Es muy interesante notar que mientras Dios ordenaba la creación, según lo relata el libro de Génesis, en cada fase creativa aparecía la declaración de Dios diciendo: “y vio Dios que era bueno” (vea Génesis 1:10, 12, 18, 21, 25, 31) Sin embargo, cuando Dios observa al hombre solo, él mismo declara:

Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Génesis 2:18

Es muy relevante considerar que la única frase donde Dios dice: “no es bueno…”, es durante la ausencia de la mujer y la soledad del hombre. Es otras palabras, esto revela la gran importancia que Dios le otorga a la creación de la mujer para satisfacer toda su obra creativa. Además, el mismo texto revela el propósito de la mujer conforme a la voluntad de su Creador, cual es, ser “ayuda idónea del hombre”. He aquí la voluntad de Dios para con la mujer.

Como vimos en otro artículo llamado “el varón conforme a la biblia”, en donde se explica el propósito de Dios para con el hombre, el liderazgo material y espiritual, Dios se lo asignó al varón y no a la mujer. El hombre de sustentar a su mujer, material y espiritualmente.

Ahora bien, en este artículo destinado a descubrir el propósito de Dios para con la mujer, aprenderemos que la importante labor de la mujer, no es liderar al hombre, sino que dejarse liderar y ser ayuda idónea para él. Evidentemente, siempre veremos que la voluntad de Dios es odiada por aquellos que no aman su Palabra. Esta sociedad repudia lo que Dios enseña al respecto. Sin embargo, aunque los hombres reclamen y vociferen todo lo contrario a la perfecta y soberana voluntad de Dios, la verdad es una sola y no va a cambiar. Y por eso, cada uno dará cuenta en el día del juicio.

¿Qué significa ser ayuda idónea?

En primer lugar, debemos definir que ser un “ayudante”, implica asistir idóneamente en todo lo que debe realizar aquel que está encargado de una determinada obra, la cual debe realizarse  de acuerdo a las órdenes e instrucciones de su superior. En segundo lugar, el ayudante debe conocer cabalmente lo que necesita aquel encargado o comisionado. En otras palabras, el encargado no puede estar solo, y no es bueno que esté solo, por lo tanto, el <ayudante idóneo>, debe ser su complemento. Nunca el ayudante idóneo liderará al comisionado, pero sí, será su complemento necesario, y esto, según las demandas e instrucciones del superior. Esa es la tremenda labor de la mujer. No ponerse sobre el varón, sino que ser ayuda idónea del varón. Ese es el propósito de Dios para con la mujer.

Esta simple definición, nos permite ilustrar y entender la tremenda labor de la mujer en la creación de Dios. Ella debe ser idónea, es decir, conocer plenamente la labor del hombre, para apoyarlo y complementarlo; porque Dios dijo: “no es bueno que el hombre este solo”. Como vemos, tanto la labor del hombre y el complemento de la mujer, es parte de la voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:2). El hombre lidera y la mujer lo ayuda para que su liderazgo sea conforme al deseo del Creador. Esa es la raíz del asunto.

Cuando el orden de Dios se rompe…

Bien sabemos sobre las consecuencias universales que trajo el pecado, producto de la desobediencia que terminó por romper el orden que Dios-Creador le había entregado al hombre. El libro de Génesis muestra las causas y las consecuencias de lo que teológicamente se conoce como “la caída del hombre”, es decir, cuando el hombre y la mujer pecaron (transgredieron la ordenanza de Dios).

“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” Génesis 3:6

“Porque Adán fue formado primero, después Eva;  y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión” 1 Timoteo 2:13-14

El apóstol Pablo confirma con absoluta crudeza las causas del pecado que revela Génesis 3:6. La mujer rompió el orden de Dios, liderando a su marido, y este a su vez obedeciendo a la voz de su mujer:

“Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” Génesis 3: 17

Esta es la implacable sentencia que Dios le dio al hombre debido al pecado de romper el orden  que Dios había establecido previamente. El hombre de manera cobarde y vil quiso culpar a su mujer por su propio fracaso, pero Dios le responsabiliza solo a él al decirle: “maldita será la tierra por tu causa”. Como vemos, las consecuencias fueron la ruina del hombre y del planeta. Que solemne advertencia para cada uno de los hombres, que muchas veces son liderados por sus mujeres, y por supuesto, para cada mujer que desea ponerse por sobre el hombre.

Como hemos visto, la mujer no fue creada para tomar el lugar del hombre, sino que para cumplir una función muy importante; ser ayuda idónea del hombre, lo que no significa que el hombre sea más importante que la mujer, sino que el hombre y la mujer tienen propósitos distintos y cualquier alteración a este orden, será siempre necedad que traerá consecuencias. La biblia dice:

“Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios” 1 Corintios 11: 11-12

Como dijo un comentarista bíblico, “La mujer no fue creada de la cabeza del hombre, para que no se ponga por sobre el hombre; ni tampoco fue creada de los pies, para que el hombre la pisotee. La mujer fue creada de una costilla del hombre para que ella este protegida por el hombre y para que permanezca junto a su corazón”

Respecto al orden de Dios, Pablo enseña a los corintios lo siguiente:

“Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” 1 Corintios 11:3

Aquí observamos el orden de la siguiente manera: Dios –> Cristo –> Varón –> Mujer. Lo que no significa jerarquía o hegemonía. Tan solo veamos el ejemplo del Señor Jesucristo, quien siendo Dios, se somete voluntariamente a los designios de su Padre (vea Juan 6:38). El Señor Jesús no hizo su propia voluntad, sino que la de su padre, no obstante, Él nunca dejó de ser Dios. De la misma forma, la mujer se somete voluntariamente al varón, así como el varón se somete a Cristo. El principio del sometimiento voluntario es la esencia de la enseñanza cristiana, Pablo le decía a los Efesios: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” Efesios 5:20

La Palabra “Sometimiento”, deriva de un vocablo griego que indica la acción de “ponerse abajo para obediencia”. En primer lugar, todo creyente debe concebir la perspectiva de someterse a Dios, y luego, cada cual, se somete en cada propósito que Dios le ha asignado. El hombre debe ser líder de su mujer, y esta, debe ser ayuda idónea del varón. Es un sometimiento voluntario para la gloria de Dios.

Fracasos en la historia…

Respecto al fracaso de la raza humana, y en particular, cuando se rompe el orden de Dios, no solo vemos el caso emblemático de Adán y su esposa Eva, sino que observamos otros ejemplos claros y precisos que nos profundizan en esta enseñanza. Veamos 2 ejemplos bíblicos:

  1. Sarai y Abram.

La promesa y la espera del cumplimiento de la promesa que Dios le entregó a Abram, se vio accidentada por la pérdida de confianza (fe) en aquel que prometió (Dios) y en el poder su fuerza. Recordemos que Dios prometió a Abram un hijo y descendencia (Génesis 15:1-5). No debemos olvidar que tanto Abram como su esposa Sarai eran ya viejos, y en el caso de ésta; era vieja y estéril. Dios promete algo inverosímil, que no se puede concebir, sino solo por la fe.

Sin embargo, vemos a Fue Sarai, quien lideró la acción sobre su marido para poder argumentar la falta de confianza en la promesa de Dios. Ella dijo:

“Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai” Génesis 16:2

Aquí vemos la misma tónica del génesis, cuando Eva lidera a su marido, y este oye la voz de su mujer. En primer lugar, se evidencia que la mujer había perdido la confianza en la promesa de Dios; ella vio su vejez, su esterilidad y que el tiempo avanzaba sin poder concebir un hijo. En segundo lugar, vemos a Sarai, presa de su propia incredulidad, quien formula “una salida” para que se cumpla la voluntad de Dios; pero esta fue sobre la base de su propia incrédula humanidad. Lo que ella le pide a Abram, es lo más impresentable que una mujer y esposa pudiera pedirle a su propio esposo. Esta le rogó a Abram a que se acostase con la empleada. ¿No le parece absurdo todo esto? ¿A qué extremos puede llegar el hombre que no le cree a Dios? Este es uno de los muchos pasajes que nos confirman una vez más la enorme misericordia y la gracia que Dios extiende incondicionalmente a sus escogidos.

Como vemos, el liderazgo de Sarai y su rogativa a su esposo, al momento fue aceptada y acogida por aquel que debía liderar a su mujer y volverla en sí. Dice el texto que Abram atendió al ruego de su esposa, y fue y durmió con la sierva Agar. ¿No le parece conocida la escena? El hombre nuevamente “tropieza con la misma piedra”; escucha la voz de su mujer y comete un tremendo error. De la unión de Abram con Agar, nació un hijo llamado Ismael, que fue el padre de las naciones árabes, y que hasta el día de hoy han perseguido a Israel (Génesis 16:11-15). El orden de Dios se rompe, y las consecuencias no se dejan esperar. De esta primera historia, obtenemos la gran enseñanza de lo que significa romper el orden que Dios ha establecido respecto a la posición de la mujer y del hombre.

  1. Rebeca e Isaac

En primer lugar, en la narrativa de esta historia, vemos uno de los males que afectan a las familias. La parcialidad (privilegios) hacia los hijos. Suele ocurrir que en toda familia, el padre o la madre ama más a uno de sus hijos, demostrando una actitud de acepción o parcialidad, que genera muchos conflictos entre los hermanos. Muchas envidias, pleitos y contiendas se producen por esta actitud nefanda de los padres. Dios nos llama a amar sin acepción de personas (Hechos 10:34, Romanos 2:11, Gálatas 2:6, Efesios 6:9, Santiago 2:9) En este caso, Isaac amaba a su primogénito hijo Esaú, en tanto que Rebeca amaba más a Jacob (vea Génesis 25:28).

Cuando Rebeca oyó que Isaac iba a bendecir a Esaú, ésta lideró una acción que también traería consecuencias. Ella rompe el orden de Dios, al engañar a su esposo, disfrazando a Jacob con las vestimentas y aroma del primogénito Esaú, a fin de que la bendición y la herencia recayera sobre Jacob; lo que a partir de ese hecho, desató una profunda raíz de amargura en Esaú, quien se transformó en un acérrimo enemigo de su hermano; a tal punto, de que los propios descendientes de Esaú (Los Edomitas) fueron un pueblo que siempre buscó la destrucción de Israel. Los Edomitas (descendientes de Edom o Esaú, Ver Génesis 25:30, 36:1), fueron acérrimos enemigos de Israel. El profeta Abdías, profetiza sobre el juicio de Dios a este pueblo (Abdías 1).  Como vemos en esta otra historia bíblica, el liderazgo de una mujer llamada Rebeca, llevó a romper el orden de Dios, y trajo consigo consecuencias.

Por su parte, la Historia también corrobora aquello, que cuando el orden de Dios se rompe, no se puede esperar que Dios extienda su bendición. Recordemos el nacimiento de algunas afamadas sectas apostatas y heréticas, por ejemplo el adventismo del séptimo día con su profetiza Ellen G. White, la teosofía con su mentora Helena Blavatsky, la ciencia cristiana con Mary Baker Eddy, la iglesia del evangelio cuadrangular con su pastora Aimee Semple Mc Pherson, o la influencia de la afamada pastora Kathryn Kuhlman. Todas estas mujeres rompieron el orden de Dios y pretendieron ser la portavoz de la revelación. Por consecuencia han quedado registradas en la historia como las fundadoras de sectas con todo lo que eso significa.

La Mujer en la Iglesia

La biblia enseña que la función de la mujer en la iglesia, no está destinada a liderar ni a pastorear, sino que a ser la ayuda idónea del hombre. No obstante, la mujer sí puede asumir roles de enseñanza de niños, diaconado, dirección de reuniones femeniles, etc., manteniendo el marco establecido por la Palabra de Dios. Recordemos a algunas mujeres neo testamentarias, tales como aquellas que sirvieron en el ministerio terrenal del Señor (Mateo 27:55), a Priscila junto a su esposo Aquila (Hechos 18:2) o a la diaconisa Febes (Romanos 16:1). Todas ellas con una función específica e importante, pero ninguna de ellas era pastora o líder, sin embargo tenían muy en claro que su función era la de ser ayuda idónea.

Mientras hayan varones (lideres – adultos) en una reunión, la mujer debe estar sujeta a ellos como Dios lo ha ordenado (1 Corintios 14:34-35, Colosenses 3:18, 1 Timoteo 2: 11-12, Efesios 5: 21-22, 1 Pedro 3:1). Las casadas sujetas a sus propios maridos y aquellas mujeres que están solas (solteras, viudas, etc.) sujetas a los varones de la congregación.

Amados hermanos, nunca ha de ser concebida la idea de misoginia, de que la mujer es menos importante que el varón. La biblia dignifica a la mujer; le asigna una relevante labor que el hombre no puede realizar, cual es, la de ser madre. La biblia desmorona la idea del feminismo y del machismo que el diablo ha creado en las mentes de la humanidad incrédula. La mujer conforme a la biblia, ha de transitar con amor y gozo, por el propósito para el cual Dios la creo. Pablo dice:

“Pero se salvará engendrando hijos…” 1 Timoteo 2:15a

Esta declaración habla de la descendencia que iba a venir de Eva (la mujer), cuyo nombre propio es Jesus, El Cristo; el Hijo unigénito del Padre. Gracias a la descendencia de la mujer (lea atentamente Génesis 3:15), quien fue quien dio luz; vino El Cristo, el Hijo del Dios viviente. Esto se cumplió miles de años después en otra mujer llamada Maria, quien también fue objeto de la gracia de Dios, y que dio a luz a nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo. Note que no fue el hombre quien tuvo el privilegio de concebir a en su propio vientre y dar a luz al Salvador, sino que fue la mujer. Después de comprender esto, ¿osa alguien en decir que la mujer es menos importante que el hombre en los propósitos soberanos de Dios?

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo ayude a nuestras mujeres – hermanas a ser conformadas al propósito soberano de Dios que se revela en su infalible Palabra. Que así sea. Amen.

PEL 12/2018

Categories: Estudio

1 Comment

Cuando la doctrina no satisface - Solo Por Gracia · 15 de febrero de 2024 at 13:44

[…] 9-15). Se observa en el apóstol una preocupación y claras advertencias al mal comportamiento de las mujeres dentro de la iglesia local (1ª Corintios 14: 34-35; 1ª Timoteo 5: […]

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