Una breve reflexión sobre el lenguaje de la música

“Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él” 1º Samuel 16:23


Nadie puede negar que la música en sí misma, es un lenguaje. El solo oír una melodía sin una letra o poesía que la acompañe, inmediatamente producirá efectos en la sensibilidad y la voluntad del individuo. Si la composición lleva tonalidades mayores, los efectos serán distintos a si la composición lleva tonalidades menores o disminuidas.

Entiendo que este comentario preliminar podría parecer muy técnico, ya que no es fácilmente entendible por quien no conoce la música desde su teoría y ejecución. Sin embargo, con tan solo observar y meditar en el pasaje bíblico citado arriba, podemos descubrir que la música en sí, es un lenguaje; y en lo particular, ahí se puede ver que fue la interpretación del arpa de David la que aplacaba el pésimo estado anímico que embargaba a Saúl.

En el lenguaje hebreo, la depresión y el tormento en un individuo se relaciona directamente con la acción de espíritus malos que venían a los seres humanos. Nosotros sabemos que existen potestades superiores y huestes de maldad en las regiones celestes; eso es una realidad y nunca estará en duda (Judas 1: 8-9, Efesios 6: 12). Lo concreto, es que la biblia dice que Saul mostraba una profunda y tormentosa crisis anímica (del alma) que solo era aliviada bajo los efectos de la música del arpa interpretada por David. Éste tocaba, y Saul se aliviaba. Qué duda cabe entonces, concluir de que era la música (sin letra) la que mejoraba el estado de ánimo de Saul.

Como vemos, la música en sí misma es un lenguaje; ella comunica esperanza, melancolía, alegría o profunda depresión, y todo, dependiendo de la estructura tonal de la composición. Por ejemplo, se dice que en una producción cinematográfica, el éxito de la misma depende en gran parte de la música. Una escena romántica, de acción, de terror o de diversión, es nada sin la música de fondo. Descúbralo Ud. mismo en su propio entorno. La música en sí misma comunica algo.

Este breve ejemplo bíblico citado anteriormente, nos permite confirmar que la música en sí, es un lenguaje. Por tal razón, la imperiosa necesidad de estudiar de manera breve y simple, lo que significa el Lenguaje implícito que porta la música, dado que los grandes errores doctrinales que han entrado en la iglesia de Cristo, se “lo debemos” a este verdadero “caballo de Troya” invitado por los propios pastores y líderes quienes dicen atrevidamente, presas de su propio pragmatismo: “no importa la música; lo importante es la letra” ¿Lo ha escuchado Ud.?

Etimología de la Música

Lo primero es lo primero. La palabra “música” deriva del término latín “musa” que significa “espíritu”, por lo tanto, en su descripción conceptual, la música es espiritual que proyecta inspiración (pneuma) y se mueve en lo espiritual, es decir, la música comunica e inspira. Nunca debemos rebajar los alcances que la música tiene. Pero por sobre todas las cosas, nunca olvidar que la música la creó Dios para su gloria. El hombre no ha inventado la música, sino que solo la ha descubierto, y tristemente la ha mal utilizado para su propia perdición.

 

La Música en la creación

Un famoso compositor austriaco, luego de viajar en una carreta cuya rueda quebrada emitía una secuencia rítmica de seis octavo (6/8) y un sonido en cada giro, llegó a su casa y transcribió en el papel, todo aquello que había quedado grabado en su mente, produciendo finalmente una de las más afamadas composiciones musicales que lo caracterizaron en el futuro. Con este simple ejemplo, podemos ver que la música está presente en todas partes. En el latido del corazón o en el “tic tac del reloj” (ritmo), en el trinar de los pájaros, en las olas del mar, en el viento que se cuela entre los árboles, en el golpeteo de gotas de agua, etc. La música está presente desde la creación y tiene el sello divino de la incompresible trinidad de Dios. Así es; La música es trina; se compone de tres elementos que son: Melodía – Armonía – Ritmo. Todo esto Dios lo creó para su gloria.

La música está presente desde los albores de la creación. La biblia registra que los descendientes de Caín ya usaban instrumentos musicales (Génesis 4: 21). El hombre ha descubierto el lenguaje musical implícito en el sello de la creación. Primero descubrió <la melodía>, que es la composición tonal independiente. Es la idea musical producida por un silbido, por un cantico vocal, o por el soplar de un simple tubo vegetal  mediante el manejo del flujo de aire que permite el sonido de distintas notas musicales.

Luego descubrió <la armonía> que es la reunión de distintos tonos, que juntos, adornan agradablemente al oído la melodía previamente establecida. Y finalmente, se descubre <el ritmo> que indica la pulsación, métrica y velocidad de la composición creada entre la melodía y la armonía. En resumen, el hombre descubrió y aprendió a componer mediante estos tres elementos [melodía, armonía y ritmo] que conforman la música existente desde la misma creación.

 

La Música en el cielo y el trágico saldo en la tierra

La biblia también registra un hecho muy importante respecto a la existencia de la música en el cielo. Existió un querubín llamado Lucero que fue creado para ministrar a través de la música celestial para la gloria de Dios. Pero como bien sabemos, la soberbia y la osadía de Lucero al querer destronar a Dios, le costó su caída y condenación. La biblia dice:

“…los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación…Tú, querubín grande, protector… Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad…Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor” Ezequiel 28: 13-17

“Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas;…  ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” Isaías 14: 11-14

Estos dos pasajes históricamente han sido considerados como la fuente principal que habla sobre el origen de Satanás; su actividad, sus características y su ruina. Aquí le vemos en ambos textos relacionados con instrumentos musicales. Se mencionan tamboriles, flautas y arpas.

Desde aquí desprendemos la conclusión de que Satanás conoce la composición de la música, y ahora como ángel caído, se mueve a través de ella para seducir y engañar al hombre.

El hombre sin Dios, hace de la música su propio dios. He conocido a personas que han dedicado su vida a la música con una devoción idolátrica. La música es mayor que su familia y que su propia fe. La música les ha cautivado a tal punto, que todo lo demás, inclusive sus propias vidas han pasado a segundo plano.

Cuando observamos detenidamente la historia de la música y de los grandes exponentes y compositores, también vemos una evidente influencia e inspiración espiritual, algunos con trágicas consecuencias que los llevaron a la muerte.

Tengo en la memoria algunos ejemplos consistentes para demostrar que la música que no es destinada hacia El Creador, puede pasar a ser “un dios” que conduce al individuo a su propia ruina. Por ejemplo, el afamado Saxofonista estadounidense Charlie Parker, considerado uno de los más grandes exponentes del jazz; sirvió a su dios “la música” y para lograr la excelencia en la ejecución del saxofón, tenía que usar grandes dosis de heroína, que finalmente lo llevo a la muerte a temprana edad. Algo similar pasó con los grandes trompetistas Check Baker y Miles Davis.

De conocimiento más popular, tan solo basta con nombrar a Jimmy Hendrix, Jim Morrison, Kourt Cobain, Janis Joplin, Bob Scott, John Lennon, Elvis Presley, Michael Jackson, Amy Winehouse y Whitney Houston, todos fallecidos por consumo de drogas, alcohol y suicidio. Este es el trágico saldo de quienes rindieron sus vidas a la música sin Dios.

La Música en la iglesia y “la nueva alabanza”

El uso de la música en la iglesia debe ser cuidadosamente visado por quien tiene el deber de discernir y conocer todo lo que se presenta en este artículo. El tal debe tener la humildad de informarse antes de abrir las puertas de su iglesia local al “Caballo de Troya” llamada música. Y cuanto más, cuando esta porta la mal llamada “nueva alabanza”. Evidentemente la gran mayoría de pastores que hacen caso omiso a advertencias como estas, argumentan que “no hay que ser tan legalista”. Pero esto no es un asunto de legalismo, sino que de conciencia de lo que significa el lenguaje de la música y lo que esta comunica a los miembros de una iglesia.

Más que debatir Cuál es la música que debemos tolerar en los cultos, primero es reconocer que la música en sí es un lenguaje que comunica e inspira. Por lo tanto, debemos dejar ese erróneo axioma que dice “la música no importa; lo importante es la letra”. Así es como a través del tiempo se observan varios ministerios que nacieron en medio de la música; sea rock, hip-hop, Rap o tropical. Muchos jóvenes fueron atraídos a “la iglesia” a través de la música, pero no por el evangelio puro. Por lo tanto, lo mismo que se les ofreció fuera de la iglesia, se les debe seguir dando dentro, de lo contrario, vuelven a su estado original debido a que no hubo una conversión genuina que solo la produce El Espíritu Santo y La Palabra de Dios. Nada más. No puede haber sucedáneo ni aditivo humano que pueda producir el nuevo nacimiento. No debemos engañarnos.

En la década del 90, las iglesias evangélicas seducidas por la “nueva era”, también comenzaron a enseñar cosas innovadoras que dieran un “nuevo aire” a sus feligresías, las cuales ya no se satisfacían en la Palabra de Dios y la paciente espera de la promesa del advenimiento de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, la gente necesitaba algo “nuevo”, una “lluvia tardía” como ellos la calificaron, utilizando tendenciosa y equivocadamente el texto señalado en el libro del profeta Joel.

En medio de esta búsqueda de algo nuevo, es como surgieron “nuevos adoradores” que comenzaron a abandonar los himnos tradicionales con sus sólidas letras y música solemne, para reemplazarlos por canticos de letras livianas y antropocéntricas acompañadas por música que agrada a la carne y que activa las emociones. A esto se le llamó la “nueva alabanza”.

Exponentes como el afamado Marcos Witt, Danilo Montero, Jaime Murrel, Jesús Adrian Romero, Marcos Vidal, Jacy Velásquez, Marcela Gándara, Hillsong, entre otros, han sido los promotores de esta “nueva alabanza” que dicen ellos, ha sido un verdadero “nuevo bálsamo” refrescante a una alicaída iglesia tradicionalista y conservadora amante de los añejos himnarios. Sin embargo, de todo que esto que parecía ser bueno y una nueva alabanza, terminó siendo el mismo caballo de Troya que dentro de sí, traía la artillería ecuménica que ahora vemos con tanta nitidez. Esto me hace recordar la advertencia de Pedro cuando decía:

“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras” 2 Pedro 2:1

Es en este período cuando se comenzó a escuchar por primera vez conceptos como “adoradores”, “ministro de alabanzas”, “pastor de adoración”, “levitas”, etc. Evidentemente era algo “nuevo” que estaba ocurriendo en medio de la cristiandad, y los “amadores de lo nuevo” lo abrazaron de manera inmediata, sin preguntar al Señor y sin discernir lo que traía de fondo. Lo que importaba era que las reuniones ya no eran “muertas” sino que llenas de la “presencia del señor”; que acarreaba más gente dentro de la capilla, pero  cuya evidencia era solo la emocionalidad; eran los llantos, las manos levantadas y los supuestos cambios o conversiones de los hombres lo que convencía a los pastores sobre un supuesto avivamiento. Por consecuencia, toda iglesia que no crecía y que no tenía reuniones emocionales, era una iglesia “muerta” y fuera de este marco de “avivamiento”, y todo, porque no aceptaban ni promovían esta “nueva alabanza”.

Pero bien sabemos que aquella “nueva alabanza” fue y es, uno de los tantos “caballos de Troya” que han permeado iglesias evangélicas. Lo más terrible es que aquel “caballo” no solo trae una nueva música, sino que también un “nuevo evangelio”. No obstante, sabemos que no hay otro evangelio (Gálatas 1:8-9)

Es muy frecuente escuchar ideas de modernización dentro de la iglesia, y específicamente respecto a la música. Los himnos tradicionales, históricamente aprobados, ya no son apetecidos ni valorados por esta oleada de cultores de la “nueva alabanza”. La búsqueda de resultados numéricos y de transformar la iglesia en un núcleo atractivo para el mundo, ha dado pie a una verdadera fiebre de pragmatismo y sincretismo religioso, pretendiendo fusionar lo santo con lo profano a fin de evangelizar.

El pretender igualar y hasta reemplazar a los himnos tradicionales por la nueva alabanza, nos revela el indigente estado espiritual y la ruina de la iglesia. Las composiciones tradicionales son verdaderos estudios doctrinales, lleno de alabanza a Cristo y su gracia. La nueva alabanza no hace otra cosa que repetir un par de frases y ensalzar la virtud humana por sobre la gracia de Dios, y para que hablar de la música que acompaña a estas famélicas composiciones, porque los ritmos sensuales y casi eróticos que hoy se elevan como alabanzas a Dios, son realmente impresentables.

La nueva alabanza apunta a satisfacer al viejo hombre y no al espiritual. Es una gama de sonidos, melodías y ritmos que despiertan la carnalidad emocional. La Biblia es muy específica en declararnos cuál es la línea musical de los cánticos que deben estar dentro de la iglesia, veamos:

“…hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” Efesios 5:19

“cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” Colosenses 3:16

En ambos textos, el adjetivo que califica a los cánticos es la palabra “espirituales”. Los cánticos elevados a Dios deben tener este sello. Los cánticos espirituales apuntan a ensalzar espiritualmente a Cristo y a su obra con la letra, pero también con la música. Sin duda, que la nueva alabanza carece de este principio. Si bien, la letra puede hablar de Cristo, pero la música que están aplicando lo arruina todo.

Es un asunto de Perogrullo, y hay que ser humilde en reconocer esto. Sería muy extraño y hasta absurdo celebrar una fiesta de cumpleaños escuchando la quinta sinfonía de Beethoven o la obertura 1812 de Tchaikovsky ¿no cree? Por ejemplo, ¿Qué música acompaña a una escena de terror en el cine? El que conoce el lenguaje de la música, sabe que la composición debe ser basada en tonalidades menores y en intervalos de segunda para crear suspenso en los canales auditivo-cerebrales del espectador.

Si este somero análisis lo llevamos a la iglesia, podemos definir que la música que utilizamos para alabar a Dios, en definitiva revelará la concepción que cada uno tiene de Dios. Si Ud. cree que Dios se goza a los sones del Hip-Hop o del Rap, entonces qué argumentos o derecho tiene para criticar a quienes utilizan los boleros, el merengue o el rock pesado para “alabar” a Dios. Amados, No nos engañemos. La biblia dice:

“Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad” Juan 4:24

Es muy importante considerar el tipo de música que utilizamos dentro de nuestras reuniones, porque no estamos para agradarnos a nosotros mismos, sino que debemos comprobar lo que es agradable a Dios (Efesios 5:10) A Dios jamás le han agradado las mixturas. Presentar el texto de Juan 3: 16 a los sones del hip-hop, de la salsa o de la estridencia de una guitarra eléctrica, es como pretender unir el aceite y con el vinagre. Esto es un asunto de Perogrullo, sin embargo la soberbia nuestra, nos impide aceptarlo como la verdad categórica y radical.

En la actualidad, la nueva alabanza ya está muy arraigada en muchas congregaciones, lo que ha permitido que costumbres naturales del mundo se hayan incorporado deliberadamente dentro de las reuniones. Ellos pretendiendo lograr un mundo cristianizado, finalmente han mundanalizado a la iglesia. Café concert “cristiano”, desfile de modas “cristiano”, recitales “cristianos”, completadas y tragos “cristianos”, etc., son algunas de las actividades que muchas congregaciones practican con el pretexto de llegar al mundo de manera atractiva.

La vestimenta con poco pudor de la mujer o el pelo largo, los aros y moños en los varones, la música sensual como “alabanza”, etc., son las clásicas características de los cristianos de hoy. Esto ha ocurrido debido a la mala interpretación de lo que significa la gracia y la libertad que Dios nos ha otorgado, y a no entender la gran diferencia que existe entre el legalismo y la interpretación bíblica, temerosa y subordinada a las instrucciones y deseos del Señor. El propio Señor dijo:

“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo”? (Lucas 6: 46)

 Como se dijo anteriormente, Satanás conoce la música y sabe cómo seducir y engañar a través de ella. Pablo advirtió a los Corintios acerca de la seducción de los sentidos:

“Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” 2 Corintios 11:3

Los sentidos son muy vulnerables ante la inspiración de la música. Un individuo abre su mente, sus emociones y su voluntad cuando la música que escucha tiene una composición tonal que le lleva a llorar mediante una atmósfera melancólica. Dicha composición no necesita letra para producir la emoción en la persona.

Por lo tanto, una reunión en donde se explotan las emociones mediante la música y las palabras manipuladoras de quien la expone, puede llevar a una gran masa de personas a modificar su comportamiento, y formatearlo de acuerdo a los intereses y perspectivas del líder manipulador. Esto explica la razón del por qué luego de la entrada de la música espuria en la iglesia, inmediatamente después, también entra la desviación de la doctrina. Sin exagerar, es como una verdadera sesión de hipnosis colectiva a través de la música. Por eso el cuidado que se advierte al uso de la música dentro de la iglesia.

Los efectos de la música en las emociones y voluntad de las personas, es un hecho que está comprobado inclusive de manera científica. El cerebro recibe las vibraciones que produce la música de acuerdo a su estructura tonal (frecuencia, armónicos, etc.) y según el ritmo, alterará finalmente parte de la corteza cerebral en donde se aloja el juicio de la persona.

Una música suave con una tonalidad determinada, llevará al individuo a emocionarse. Una melodía con otra estructura tonal y de ritmo, puede llevar a la misma persona a despertar la sensualidad, etc. Por tal razón, muchos emplean la música para motivar trabajadores, estimular a los lactantes, alegrar las fiestas, etc. Nadie puede dudar que la música crea atmosferas y modifica el comportamiento de una persona; o le levanta el ánimo, o la lleva a una profunda melancolía y depresión inclusive.

Amados hermanos, como conclusión podemos afirmar con toda seguridad de que la música en sí misma es un lenguaje que comunica algo. No se trata solo de la letra como enseñan irresponsablemente los ”doctores” de hoy. He aquí cuando tú, estimado pastor y líder de una iglesia, debes tomar la decisión de someterte a la novedosa idea de usar música incorrecta para “alabar” al Señor, con toda las consecuencias que eso acarreará consigo al corto o mediano plazo, o preferiblemente obedecer a lo que Dios dice en Su infalible Palabra respecto a preservar en canticos e himnos espirituales, que eleven nuestros espíritus a Dios, y que no despierte las emociones y la inconsistencia de nuestra carne. Ahora es tu responsabilidad hacer que lo que debes hacer.

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos ayude a discernir sobre este importante tema que ha sido crucial ante la apostasía que está entrando en muchas iglesias que antes perseveraban en la doctrina apostólica. Que así sea, amén. Maranata!

PEL 04/2019

Categorías: Estudio

1 comentario

Ruben · 13 de abril de 2019 a las 16:31

Saludos Hnos

Con respecto a la alabanza y adoración hay que analizar cómo se transmite un mensaje a través de la música. En toda actividad comunicacional hay un emisor del mensaje, hay un medio a través del cual se transmite dicho mensaje y hay un receptor del mensaje.

La música sólo es un medio a través del cual se transmite un mensaje y muchos son los que centran su atención sobre la música en sí misma, pero se olvidan de analizar lo mas importante como lo es el emisor del mensaje. Ejemplo: ¿Porque el rock es tan perjudicial? Porque los artistas del rock (emisor) tienen su corazón saturado del mal; por lo tanto, su mensaje musical va a contaminar con lo malo el corazón del receptor; es por ello que los adeptos del rock son propensos a la rebeldia, drogadicción, violencia, alcoholismo, lujuria, etc.

Pero si a un estilo de musica como el rock le cambiamos el emisor del mensaje por adoradores cristianos llenos del Espíritu Santo (obviamente con otros instrumentos) su mensaje musical impactará positivamente el corazón del receptor con mensajes de amor, paz, esperanza, humildad, fe, bondad, etc. He aquí la cuestión. Lo que transforma no es la musica en si misma sino el mensaje espiritual que ésta lleva. Se puede adorar con cualquier estilo de música y con cualquier instrumento; lo importante es el que el emisor esté lleno del Espíritu Santo para que el corazón de los receptores pueda ser ministrado por la gracia de Dios.

Y para saber si un adorador es verdadero o no, debes tener discernimiento espiritual porque todo tiene su trasfondo espiritual, debes ser sensible al Espíritu Santo para que cuando escuches su adoración te des cuenta sí ese adorador tiene mucho, poco, o no tiene nada del Espíritu Santo. Adoracion en espiritu y en verdad. No se trata de examinar el tipo de instrumento o el ritmo musical que ese adorador emplee, ese no es el punto.

Paz a Vosotros

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *