LA MAGIA DE LA NAVIDAD

La magia de la navidad

“Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado” 1ª Corintios 2:2

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En los últimos años, al menos se ha reabierto el debate entre los líderes evangélicos, sobre si es legítimo celebrar la navidad en el formato del “cristianismo” católico romano, es decir, afirmar que el 25 de diciembre es la fecha del nacimiento del Señor Jesucristo, el armar los árboles y pesebres navideños, preparar especiales de navidad en las iglesias, etc.

Pastores y líderes que defienden esta tradición, argumentan con y sin apoyo bíblico la legitimidad de esta celebración, y por su parte, quienes sostenemos que esta celebración no tiene nada que ver con la enseñanza exclusivamente bíblica ni con la conducta de la iglesia de los primeros siglos,  afirmamos que hay suficiente sustento bíblico que confirma la enseñanza de que  la navidad no es mas que una tradición muy antigua, y que la iglesia católica romana, en su constante afán de sincretismo religioso, la adornó con elementos y nombres de un cristianismo diluido. Es decir, de las antiguas saturnalias romanas que se celebraban el 25 de diciembre de cada año, pasó a ser una fiesta “cristiana” que celebraba el nacimiento de Jesús. Esto nadie lo modificó, ni si quiera los reformadores.

A pesar de los contundentes argumentos bíblicos e históricos legados por la iglesia pre nicena, la mayoría de los líderes actuales, y muchos que presumen su erudición y fidelidad a la biblia, hacen caso omiso a tales razones, y defienden con dientes y uñas esta celebración, enseñando a sus feligresías que la navidad del 25 de diciembre es el cumpleaños del Salvador del mundo, y que negar tal fecha, sería contraproducentes a los intereses de evangelización, ya que se transforma en una posición fundamentalista, legalista y que se desprende de lo que “la iglesia” en su unidad y  generalidad profesa.  No obstante, quienes llevamos años diciendo lo contrario, creemos que al menos se está aportando con un granito de arena al establecer un pensamiento crítico que se ha desatado desde ya hace algunas décadas.

Cristo crucificado v/s  cristo envuelto en pañales

Pero este artículo, no tiene el objetivo de argumentar que la navidad no es una fiesta cristiana, mas allá de que alguien la celebre o no. Ahora si usted quiere indagar más, puede visitar el siguiente link: https://www.spgchile.org/navidad-paganismo-y-religion/

El propósito de este artículo es reivindicar siempre el núcleo del evangelio, cual es, la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Es eso precisamente lo que Pablo dice en el encabezamiento de este artículo. El apóstol llega a la región helénica de Corinto, en donde la filosofía y la sabiduría puramente humana llenaba las calles y plazas. Es allí donde Pablo define radicalmente que su discurso no iba a ser otro, sino que presentar exclusivamente a Cristo crucificado.

No hay ningún registro ni pasaje bíblico, que diga o que tan solo sugiera la idea de que los apóstoles hablaran del niño Jesús envuelto en pañales, y que celebraran la navidad, o que la iglesia participara de una celebración como la que vemos hoy en día. Al contrario, el mensaje que inundaba las iglesias era Cristo crucificado. Nunca se habló de su nacimiento, pero sí de la muerte en victoria del Señor. Y eso lo que precisamente nos da salvación.

El propio Señor Jesucristo pidió a sus discípulos que le recordasen en su sufrimiento y muerte, a través de la reunión del partimiento del pan. Nunca él dijo que se recordase su nacimiento, y menos, como el día de hoy se realiza. Él dijo: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.” Lucas 22: 19. Pablo lo ratifica:

“y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo, tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí” 1ª Corintios 11: 24-25

El mensaje de Cristo crucificado es el único mensaje que cambia vidas. Pablo le decía a Timoteo: “no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor” 2ª Timoteo 2: 8. Esta eventual vergüenza solo tiene sentido en medio de un testimonio acerca de un hombre crucificado. Para esa época, predicar a un crucificado, en medio de una cultura helénica, requería de valentía y de entereza para soportar las burlas y el descrédito. Ahí vemos el caso de Pablo en Atenas cuando les habló de todo esto y sus resultados:

«por cuanto (Dios) ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez” hechos 17: 31-32

Pablo les dice directamente, y sin acomodaticios, a los sabios y entendidos de la época, que Jesús había muerto y resucitado. Como vemos en el texto, las burlas y el desprecio no se dejaron esperar. No obstante, la semilla dio fruto para salvación en algunos que creyeron en ese instante (hechos 17:34).

El dejar de predicar a Cristo muriendo en la cruz, es abandonar el evangelio. El sustituir a Cristo crucificado por un cristo envuelto en pañales, es pretender transformar La Verdad, en una magia encantadora que seduce y que envuelve al mundo entero. Porque nadie podrá negar que la fecha de navidad contiene en sí misma una magia, pero que no procede del evangelio, sino de algo ajeno a la biblia. Y si no es el Espíritu Santo que se hace parte en esta fecha ¿Qué espíritu es el que promueve esta magia?

La magia de la navidad

Es un asunto sintomático el ver como se acepta la celebración de la navidad en todo el mundo; moros y cristianos, ateos, gnósticos y “creyentes” se suman a esta idea de conciencia universal de paz, amor y buena voluntad que une a la humanidad en esa única noche en víspera del 25 de diciembre. El niño envuelto en pañales que no habla, ni puede predicar el lacerante “arrepentíos” (Mateo 4:17), es muy bien recibido por todos. Cantantes famosos, artistas, profesantes, fieles e infieles, cristianos o no, se suman a esta verdadera magia de la navidad, en donde caen las barreas idiomáticas, colores políticos y religiosos. Todos presos de esta magia se vuelven buenos, solidarios y amorosos.

Esta magia encantadora, que no podría provenir de la biblia, conlleva ingredientes como la melancolía y la depresión. Es en esta fecha donde muchos viven con mas dolor su soledad o desdicha, y pretenden abstraerse de toda esta ola mágica, incluyendo en casos extremos el suicidio. El celebrar la navidad sin un ser querido que murió recientemente, o revivir episodios amargos, etc., y todo esto, en medio de un ambiente de “villancicos” que suenan insistentemente en los supermercados, tiendas y oficinas, que, en lugar de provocar gozo y alegría; muchas veces exacerban en las personas aquellas emociones y recuerdos amargos que hacen de esta fecha un tiempo de profunda nostalgia.

Esta magia navideña no podría provenir de otro lugar, sino exclusivamente del espíritu de aquel que se hace pasar por Cristo. Es el espíritu del usurpador que por centurias se ha empeñado en sustituir al Cristo crucificado por el cristo envuelto en pañales; débil, incompetente y absoluta témete dependiente de su madre y de sus brazos. Por supuesto que este NO es el verdadero Cristo. Al verdadero Cristo se le recuerda sufriendo y muriendo en la cruz del Gólgota para perdón de nuestros pecados, y resucitando al tercer día para nuestra justificación. Salirnos de esta enseñanza es sumarnos a la magia del anticristo.

Mejor que solo le recordemos en el pesebre….

En la magia navideña las personas sacan sus reprimidos sentimientos de solidaridad, afecto y amistad.  Se habla del niño Jesús, de Dios hecho carne, del maravilloso hecho ocurrido en Belén, pero ¿quién medita en el verdadero propósito para el cual Cristo vino a este mundo? La Biblia dice: “…El salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21)

A voz popular, solo se le concede al Señor estar en su pesebre, trabajar en el taller de carpintería, sanar leprosos, dar la vista los ciegos, etc., pero no se le concede el derecho de abrir su boca para escuchar aquel urgente: “Arrepentíos y convertíos porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:12-17).

Con justa razón el predicador inglés Spurgeon dijo una vez:

“… no hay doctrina más odiada por la persona mundana, ni verdad que haya sido más maltratada, que la grande y maravillosa, pero real, doctrina de la Soberanía del infinito Jehová. Los hombres permitirán que Dios esté en todas partes, menos en su trono. Le permitirán formar mundos y hacer estrellas, dispensar favores, conceder dones, sostener la tierra y soportar los pilares de la misma, iluminar las luces del cielo, y gobernar las incesantes olas del océano; pero cuando Dios asciende a su Trono sus criaturas rechinan los dientes”

Podemos comprobar la gran inconsecuencia del hombre respecto a este tema. Hasta el más fiel seguidor y acérrimo observante de la navidad, solo acepta al “niño dios”, pero no a aquel que viene a deshacer las obras de las tinieblas y a llamar a los pecadores al arrepentimiento. Para ellos es mejor que solo le recordemos en el pesebre.

En las oficinas se preparan los arbolitos de navidad, la gente adorna sus puertas, compran regalos, preparan el pavo pascual, se aprontan para los especiales de navidad en sus capillas, unos con otros se desean “bendiciones” y éxitos, sin embargo, nadie le permitirá al Señor abandonar su pesebre.

No quieren que crezca, solo lo desean como pretexto para soñar con una humanidad que es capaz de lograr la paz y la hermandad, solo por una noche mágica de navidad, porque al otro día todo seguirá su curso. El pecado, la envidia, la hipocresía y la altivez de corazón nuevamente tomarán su lugar. El mensaje de aquella “noche de paz y noche de amor” se llenará del nombre de Jesús, de la estrella de Belén, de María, de José, de los pastores y de los regalos, pero su epílogo tendrá la siguiente frase: “Que se quede en el pesebre”. El Señor dijo: “¿por qué me llamáis Señor, y no hacéis lo que yo os digo?” Lucas 6:46

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo sea con todos. Amén.

PEL 12/2024

LA MAGIA DE LA NAVIDAD

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