“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” Hebreos 12:2
¿Quién no recordará aquel momento cuando Pedro caminó sobre las aguas mientras miraba al Señor? A veces pareciera que solo nos acordamos de Pedro hundiéndose entre las olas.
Que gran lección! El desviar nuestra mirada a otro lugar que no sea Cristo, nos significa instantáneamente el descenso o hundimiento.
Cuan frecuentemente nos ocurre esto dentro de la iglesia. Nuestros ojos están puestos en los hermanos, como que quisiéramos ver en ellos perfección e impecabilidad. Formamos paradigmas o arquetipos de creyentes perfectos, idealizados y ejemplares. Creemos que no hay error en ellos aún sabiendo que no es así. Claro, y una vez que descubrimos nuestros propios errores y desnudez, recapacitamos y retornamos nuestra mirada al Único que no defrauda ni desilusiona; a Cristo nuestro Señor y Salvador.
No en vano Jeremías decía que era maldito el varón que pone su confianza en el hombre (Jeremías 17:5)
Estamos en tiempo de tanto exhibicionismo desvergonzado de “hombrecitos” que utilizan los púlpitos para exponer sus vanidosos y copiosos Curriculum, eclipsando al único que merece la gloria y donde nuestros ojos deben ir dirigidos, Al Señor Jesús.
Si ponemos “la Lupa” en nosotros, solo descubriremos imperfección y desnudez, pero si la situamos en Cristo, solo veremos perfección y plenitud.
Amados, corramos el resto de carrera que nos queda puestos los ojos en Jesús, porque él nunca nos defraudará.
PEL2006