“…alentaos los unos a los otros con estas palabras” 1ª Tesalonicenses 4:18
Este es uno de los tantos pasajes de la biblia que nos enseña y que nos insta a consolarnos y alentarnos en la promesa del regreso de Jesucristo. El texto y contexto está hablando de un acontecimiento denominado como “arrebatamiento”, cuando todos los creyentes de la iglesia nos reuniremos con Cristo en las nubes para estar para siempre con Él. Esto no es una utopía, sino que una profecía que se cumplirá literalmente. ¿lo crees?
Pero antes de avanzar con este artículo, en primer lugar debemos saber el significado de estas dos palabras que permiten entender de manera clara y directa, como se puede concebir lo que Dios dice acerca de esta sociedad en su pasado, en el presente y en el futuro. Primero veamos en simples términos, el significado de estas dos palabras:
Utopía, significa etimológicamente “el buen lugar”, y que habla del sueño ideal para el hombre y su desarrollo en la tierra. Es una especia de “un sueño imposible”; es “el sueño dorado” que el hombre siempre ha buscado, pero que nunca lo obtendrá.
Distopía, es la antítesis de utopía, ya que significa “el mal lugar”, y que habla de la realidad menos deseada por el hombre y su desarrollo en la tierra. Es la idea de una sociedad y una vida hostil e indeseada.
La Utopía de la teología del reino
Como se ha mencionado en artículos anteriores, la iglesia pre-niceana, estaba compuesta de comunidades de hermanos, agrupadas en familias y de iglesias locales, cuya esperanza radicaba en la venida de Cristo. Esa era en su esperanza y respuesta ante el mundo hostil y lleno de maldad. Ellos creían firmemente en el reino milenial futuro (pre-milenaristas).
Ya en el siglo IV, con la consolidación de la enseñanza de varios mal llamados “padres de la iglesia”, la perspectiva de la cristiandad fue paulatinamente cambiando, hasta volverse “dominionista”, es decir, se comenzó a reinterpretar el asunto del “reino de Dios”, llegando a la lamentable conclusión de que la iglesia era en sí misma, el reino de Dios. En particular, fue Agustín de Hipona en el siglo IV que sistemáticamente comenzó a enseñar, con su obra magna “la ciudad de Dios”, que la iglesia era el reino de Dios en la tierra, y por lo tanto, fue quien puso las bases de lo que hasta ahora conocemos como Iglesia Católica. Es curioso, pero Agustín, quien fue un acérrimo antisemita, hasta ahora es muy respetado por la mayoría de los protestantes.
La doctrina del reino de Dios, ha creado en el consciente colectivo de quienes participan de esta idea agustina, una verdadera quimera o utopía, a tal punto de pensar que con la predicación del evangelio, se podría mejorar el mundo (sistema) y conquistarlo para Cristo. Ellos dicen que están construyendo el reino de Dios y esperando la “era dorada” de la iglesia. Tanto las escuelas de pensamiento escatológico, Amilenarista como Posmilenarista, plantean que la biblia no enseña el establecimiento de un reinado futuro de Cristo, y que por lo tanto, es la misión presente de la iglesia ejecutar aquellas promesas que Dios detalla en muchos pasajes bíblicos acerca de una creación restaurada en todos sus aspectos; moral, espiritual, social y materialmente. Evidentemente, con este postulado se elimina deliberadamente la vigencia del trato de Dios con un pueblo especial llamado Israel, por lo que la iglesia según esta doctrina, tomaría su lugar; lo que se conoce como teología del reemplazo. Para defender tal enseñanza, Agustín debió alegorizar muchos pasajes bíblicos que hablan de un reino literal y de un pueblo literal que se llama Israel.
Por cierto que dicha doctrina, aunque atractiva, no deja de ser una utopía que cada vez se hace más inalcanzable. La teología del reino (amilenarista y posmilenarista) ha tenido que enfrentar muchos obstáculos en la historia de la humanidad que evidencian su inconsistencia. Tan solo centrémonos en las grandes guerras de los últimos siglos; la primera y la segunda guerra mundial en el siglo XX, muchas guerras civiles, muchos terremotos, magnicidios, polarización social, etc. Es decir, un cúmulo de evidencias que socava profundamente aquella utopía defendida por la mala teología del reino.
La Distopía de la profecía bíblica
En contraste, las profecías bíblicas (las cuales no terminaron de cumplirse en el año 70 de nuestra era como lo reclama la mala teología del reino y su defendida utopía), nos enseña un escenario muy distinto. De un sueño ideal en donde el mundo se convierte a Cristo y donde todo se restaura, la biblia literalmente nos dice lo contrario. La profecía biblica nos advierte sobre una verdadera “distopía”, lo que significa el más desagradable de los escenarios preparados para el último tiempo. Nada va a cambiar para mejor, sino que todo irá de mal en peor hasta que definitivamente regrese nuestro Señor Jesucristo en poder y gran gloria, a poner orden con su “vara de hierro” y para reinar por mil años (Apocalipsis 20:1-4); entonces y solo entonces, el mundo (sistema) que ahora vemos, será gobernado en paz, justicia y equidad. No antes.
En otras palabras, quienes creen en las profecías de manera literal y sin interpretación alegórica, no predican ni defienden utopías, sino que anuncian vehementemente sobre el sueño que un día, sí se hará realidad plenamente cuando Cristo regrese. Pero antes, también es necesario que se enseñe sobre la actual “distopía” social, que explica coherentemente el estado de la humanidad actual y su proyección hacia el futuro.
Nuestro Señor Jesucristo en su enseñanza de los últimos tiempos, expresó de manera clara y directa: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). Él nos advierte que la maldad no va en disminución, sino que en aumento. Es interesante considerar que la palabra en griego para “maldad” en este texto es “ANOMIA”, es decir, SIN LEY. ¿No es acaso esto mismo lo que estamos viendo en la humanidad actual? En consonancia, Pablo dijo:
“…que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos….todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; más los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” 2ª Timoteo 3:1-12
Estas son unas de las tantas profecías cuyo cumplimiento lo vemos literalmente ante nuestros ojos. Es la distopía que anuncia desde mucho antes la infalible Palabra de Dios, pero que también, se transforma en nuestra bendita esperanza. Es la esperanza bíblica que confirma que, a pesar de un mundo distópico u hostil que va de mal en peor, la venida de Cristo se transforma en nuestra gloriosa esperanza y vivido consuelo, que nos alienta a seguir mirando hacia arriba, aunque muchos burladores digan lo contrario.
Cristo dijo: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” Lucas 21:28
Cristo viene. Amén si, ven Señor Jesús. Maranata!
PEL 11/2019