
EL PENSAMIENTO CRITICO
“El simple todo lo cree; más el avisado mira bien sus pasos” Proverbios 14:15
Durante un experimento social, en donde una profesora y sus alumnos, previamente se pusieron de acuerdo para hacer creer a un asistente nuevo, que una carpeta verde, era roja. Durante la presión social de la mayoría que decía que aquella carpeta era roja, siendo verdaderamente verde, llevó al nuevo alumno a claudicar a lo que sus ojos y entendimiento le dictaban, y terminó diciendo que la carpeta sí era roja, aún siendo evidentemente verde. Esto muestra que la imposición colectiva de la mayoría puede llevar a un individuo a negar lo que la evidencia, el raciocinio y los sentidos le muestran ante sus ojos. Eso esta pasando dentro de la llamada cristiandad.
La biblia advierte de este peligro. Hoy la mayoría le dice bueno a lo malo, luz a las tinieblas o dulce a lo amargo (Isaías 5:20), y muchas minorías se convencen de aquello debido a la presión social. La pregunta que asoma es: ¿cómo las mayorías van a estar equivocadas? La mejor respuesta para un creyente es que la biblia enseña que siempre las mayorías estuvieron equivocadas. Quizás los mejores ejemplos bíblicos lo observamos, primero en el profeta Elías, quien confrontó a cientos de profetas falsos que seducían al pueblo a claudicar entre dos pensamientos (1º reyes 18: 19-21). El segundo ejemplo lo vemos con Micaías, quien también hizo frente a otros cientos de pseudoprofetas que colectivamente decían todo lo contrario (1º reyes 22: 1-27) Notemos la proporción: Uno versus cientos. Uno que decía “A”, mientras que la mayoría decía “B”. Solo uno enseñaba la voluntad de Dios, mientras que la mayoría decía todo lo contrario.
El texto de proverbios que encabeza este artículo nos dice que “el simple” todo lo cree. Esta palabra “simple”, en su idea original no significa una virtud de una persona sencilla, sobria o austera, sino que más bien apunta a un defecto de no poder discernir entre lo bueno y lo malo. El vocablo hebreo “pthiy” describe el adjetivo como ignorante, tonto o necio. Por lo tanto, una persona que no considera La Palabra de Dios sigue siendo un “simple”, expuesto al error, es decir, no puede discernir entre lo verdadero y lo falso, o entre la luz y las tinieblas. La biblia dice que “el simple” todo lo cree; en otras palabras, no tiene pensamiento crítico, y, en consecuencia, la imposición de la mayoría lo llevará a negar lo que la realidad y el justo juicio le muestra.
Pero en contraste, el texto dice que “el avisado” mira bien sus pasos. Esta palabra “avisado”, significa prudente o sensato [del hebreo arum]. Esto describe a aquel que sí considera La Palabra de Dios como única norma de conducta y de fe, y que, por lo tanto, logra discernir y distinguir lo bueno de lo malo, ya que la luz de la revelación escrita alumbra el entendimiento produciendo pensamiento crítico. Cuan necesario es esto en tiempos que impera la esfera del engaño. La biblia dice:
“La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples” Salmos 119:130
La necesidad de examinarlo todo
Tal cual lo dijo Pablo: “examinadlo todo; retened lo bueno” (1ª tesalonicenses 5:21), cada creyente debe ejercitar la tarea de poner a prueba todas las cosas antes de aprobarlas, es decir, probar para aprobar. La idea es tomada del oficio del herrero, quien debía probar la resistencia de la juntura de los metales forjados antes de instalarlos definitivamente. De la misma forma, cada enseñanza o doctrina debe ser analizada, probada y finalmente determinar si aprueba. La norma que rige la aprobación o rechazo de cualquier cosa, debe ser La Palabra de Dios, La Biblia.
Esa era la obediente tarea que cumplían los hermanos de la iglesia en Berea de la región de Macedonia. La biblia dice que aquellos creyentes: “eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así” hechos 17:11. Notemos que el espíritu los describe como “nobles” debido a que recibieron solícitamente la enseñanza de Pablo y Silas, pero también escudriñaron las Escrituras para aprobar tal enseñanza. Este ejercicio no tiene la idea de cuestionar a Pablo y a Silas, sino que de escuchar y confirmar por la autoridad de las Escrituras lo que ellos decían; ejercicio que, por lo demás, es muy escaso en la actualidad debido a que se prohíbe el pensamiento crítico en los círculos evangélicos. Hoy cualquiera que cuestione doctrinas y formas tradicionalistas que no se ajusten a las escrituras, inmediatamente es marginado como alguien, legalista, conflictivo o díscolo.
La actitud manipuladora de muchos líderes de iglesias, quienes siempre hacen mal uso de las emociones y del manejo de las culpas de los individuos, pretenden sepultar cualquier asomo de pensamiento crítico que se manifieste en sus feligresías. Esto se da especialmente con aquellos que viven de “la lana de las ovejas”, por lo tanto, son muy cuidadosos para evitar que la gente crezca, madure, discierna, piense y pida razones de lo que se le enseña y se hace en su congregación. Por eso, la noble actitud de los “bereanos” debe ser imitada y promovida en toda iglesia local.
No debemos juzgar… ¿o sí?
Es frecuente oír la frase: “no debemos juzgar…porque solo Dios puede hacerlo”. ¿es verdad o mentira esta declaración? Al parecer hay una profunda confusión entre juzgar en el sentido de separar lo verdadero de lo falso, a lo cual estamos todos llamados a hacer; con juzgar en el sentido de condenación, cosa que sí le compete solo a Dios.
La dificultad que tenemos con la palabra juzgar, es que en ambos sentidos (y en otros también) es la misma palabra que se utiliza en la traducción bíblica al idioma español. Por ejemplo, Jesús dijo: “No juzguéis, para que no seáis juzgados” (Mateo 7:1) y en otro pasaje el propio Jesús dice: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24). Es decir, en un texto dice que no debemos juzgar, pero en el otro pasaje dice que sí podemos juzgar. ¿hay contradicción en la enseñanza de Jesús? En ninguna manera (como diría Pablo). Lo que debemos entender es que cuando aparece la palabra juzgar, lo que determina la idea de condenación, o solo la idea de separar o discernir algo, es el contexto del párrafo.
En Mateo 7:1 y su contexto, la enseñanza apunta a que un hermano condena a otro, exaltando el error de aquel, sin observar el propio. La crítica ilustrativa del Señor Jesucristo fue que alguien que tenía una enorme viga en su ojo, condenaba hipócritamente la pequeña paja en el ojo de su hermano (Mateo 7: 3-5). Era la clásica actitud lapidaria y de juicio condenatorio de los fariseos. En ese contexto la palabra “juzgar” sí aplica a condenación.
En cambio, en Juan 7:24 y su contexto, la idea de juzgar, es discernir con justo argumento, y no solo por las apariencias. Notemos que al Señor lo juzgaban por su falta de nivel académico (Juan 7:15), y no por su enseñanza (Juan 7: 16-18). Aquella fue una dura crítica a los religiosos de siempre que juzgaban externamente, y no con justo juicio. Los creyentes sí estamos llamados a juzgar con justo juicio.
El termino “juzgar” en la biblia proviene del vocablo griego “krisis” que conlleva la idea de separar o distinguir algo bajo un aspecto cualitativo, sea negativo o positivo. De ahí deriva la palabra en español “crítica”, la cual no necesariamente determina condenación negativa, sino que también calificar positivamente algo o a alguien. De modo que cuando nos encontremos con la palabra juzgar en la biblia, su significado no es exclusivamente condenación, sino que también, puede ser aplicado a ejercitar el debido y necesario “discernimiento” entre el bien y el mal. El apóstol Pablo enseñaba la necesidad de juzgar apropiadamente situaciones especiales en la iglesia. La biblia dice:” ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos…? (1ª corintios 6:5). Y en otro lugar dice: “…el espiritual juzga todas las cosas…” (1ª corintios 2:15)
Por consiguiente, el creyente sí debe juzgar (criticar) mediante un pensamiento crítico todas las cosas, y no creer todo de “buenas a primera”. El discernimiento espiritual es fundamental para la convivencia sana de una iglesia. El apóstol Juan decía:
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” 1ª Juan 4:1
La palabra “espíritu” tiene que ver con la inspiración con la cual hablan los profetas o maestros. Bien sabemos que, en los tiempos finales, la inspiración de muchos falsos maestros y pseudoprofetas, provendrá desde espíritus engañadores y doctrinas de demonios (1ª Timoteo 4:1), por eso la imperiosa necesidad de probar los espíritus como enseña Juan. La palabra “probar” que utiliza Juan, proviene del mismo vocablo griego “dokimazo” que Pablo usa en 1ª Tesalonicenses 5:21 que se mencionaba anteriormente. Es decir, probar antes de aprobar. Desgraciadamente hoy a todo se le dice “amen”, y cuanto más, cuando una enseñanza viene de líderes famosos, y pastores “influencer” que a nadie se le ocurriría cuestionarlos; y ni pensar que ellos podrían estar equivocados. Craso error.
Cultivando el pensamiento crítico
La principal labor del pastor es enseñar solo La Palabra de Dios, cultivando siempre en sus oyentes el pensamiento crítico, y llevar a las ovejas a la madurez y al discernimiento suficiente para distinguir debidamente el pasto verdadero del sintético. Lo único que puede hacer crecer a un hijo de Dios, es el alimento de La Palabra de Dios. El crecimiento da madurez y discernimiento. El autor de hebreos dice:
“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” hebreos 5: 12-14
Por cierto, que para quienes viven de la lana de las ovejas, cultivar el pensamiento crítico se transforma en un arma de doble filo, porque como un boomerang, tarde o temprano, se devolverá para confrontarlos a sí mismos. Por tal razón, muchos de ellos amedrentan y manipulan las culpas de los individuos para poder manejarlos sumisamente a su antojo. Ellos no quieren que tú pienses con tu intelecto sometido a la biblia, sino que buscan que sometas tu razón a los razonamientos de ellos. Es una especie de anulación o suicidio intelectual; práctica muy arraigada en todas las sectas, cuyos líderes narcisistas insisten en su exclusividad y excluyen a todos los demás que no coincidan con sus lógicas de enseñanzas. Es muy peligroso estar sometido en un círculo religioso donde se anule el pensamiento crítico; es como estar encerrado en una habitación oscura y convencido de que no existe otra realidad que no sea aquella. Toda ideología sectaria quiere mover la manera de pensar de un individuo, de modo que se someta en intelecto, emociones y voluntad a la directriz del fanático religioso.
El pensamiento crítico nos ayuda a evitar lo siguiente. Primero a no ser sabios en nuestra propia opinión. Segundo a garantizar en la Palabra de Dios nuestras convicciones. Tercero a mirar a los hombres, por más títulos y prestigio que tengan, como seres humanos falibles como cualquiera de nosotros.
En el primer aspecto, el pensamiento crítico, no solo nos lleva a discernir lo que viene desde afuera, sino que aquello que mana desde lo más profundo de nuestro corazón. La biblia dice que lo que contamina al hombre no es lo que entra, sino lo que sale (Mateo 15: 16-20), y que el corazón aún es perverso y engañoso (Jeremías 17:9). David rogaba al Señor que le librase de aquellos pecados que para sí mismo les eran ocultos (salmos 19: 12). La biblia dice:
“No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal” proverbios 3:7
“Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza” proverbios 21:5
El Señor nos enseña a no encerrarnos en nosotros mismos, defendiendo egoístamente nuestras propias opiniones, sino que debemos aplicar pensamiento crítico a nosotros mismos. La autocrítica viene a ser sinónimo de humildad y es un resultado de la gracia de Dios operando en nosotros. Pablo enseña:
“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno… Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión” romanos 12:3 y 16
Quien es crítico en sí mismo avanza y se enriquece en Dios, pero aquel que tiene un alto concepto de sí mismo y sus actos son dirigidos por una loca actitud compulsiva y de soberbia, carecerá de sabiduría. Es necesaria la autocrítica.
En segundo lugar, el pensamiento crítico nos ayuda a aferrarnos de las escrituras como sólida garantía para nuestras convicciones. El mejor ejemplo lo tenemos en nuestro Señor Jesucristo, quien siempre respondía remitiendo a la multitud, y hasta al propio satanás diciéndoles: “escrito esta”. La fuerte convicción de venir al mundo, padecer y morir se sustentaba en la autoridad de La Palabra de Dios. Él ejercía el pensamiento crítico cuando le decía a aquellos que cuestionaban su enseñanza y preparación académica:
“Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia” Juan 7: 16-18
La santa escritura se transformaba en aquello que sustentaba las férreas convicciones de Jesús. El criticar debidamente a todo aquel que lo quería desviar de su objetivo, demuestra que su fuerza estaba en la obediencia a su Padre y a su Palabra. De la misma manera, los creyentes estaremos expuestos muchas veces a desviar nuestra perspectiva y objetivo, sin embargo, lo que mantendrá firmes nuestras convicciones será la Palabra de Dios. Es imprescindible mantener alto y firme el estandarte de Cristo mediante argumentos que elevan el pensamiento crítico ante todo aquel que demande razón de nuestra esperanza (1ª Pedro 3:15). El pensamiento critico basado en la sola biblia, nos impedirá ser llevados como pájaros errantes de un lugar a otro, o como lo dice Pablo: “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (efesios 4:14)
En tercer lugar, el pensamiento critico basado en la infalible Palabra de Dios, nos llevará a mirar a los hombres como seres humanos falibles como cualquiera de nosotros. El propio Señor nos deja un legado:
“Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo” Mateo 23: 8-11
Esta instrucción es clara y precisa. El que lea entienda. Todos estamos a la misma altura y nadie puede arrogarse la condición de Cristo como único Maestro infalible y digno de ser alabado. ¡Que instrucción más olvidada! en tiempos en que hoy los líderes, más que siervos, son estrellas y orgullosos pavos reales. Pedro rehusó ser adorado por un hombre llamado Cornelio (hechos 10: 25-26); Pablo y Bernabé rechazaron la pleitesía de los habitantes de Listra en la región de Galacia (hechos 14: 11-15); en ambos casos, los discípulos impidieron tal acto pagano de adoración a los hombres, enseñándoles críticamente que ellos era solo hombres pequeños y falibles. Santiago dice del tremendo profeta Elías, que era “un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras” (Santiago 5:17). El pensamiento crítico sujeto a La Palabra de Dios y a la debida mansedumbre como distintivo de Cristo, nunca debe amilanarse o acomplejarse, aunque sea dirigido a aquellos que son considerados como “grandes varones de Dios” y elevados a los altares a la pura usanza del catolicismo romano.
Amados hermanos, estamos en tiempos en que los propios líderes quieren prohibir el pensamiento crítico, por lo tanto, es necesario volver a la biblia y demostrar que aquello es un profundo error. La biblia nos enseña que debemos presentar argumentos de modo de llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo (2ª corintios 10: 4-5). Pablo le decía a Tito: “Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie” (Tito 2: 15)
Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos ayude en este importante tema. Que así sea. Amén.
PEL 12/2025
