“No tomarás el nombre de Dios en vano; porque no dará por inocente Dios al que tomare su nombre en vano” Éxodo 20:7

Que falta nos hace repasar a través de las sagradas escrituras la solemnidad implícita en todo lo que se refiera al nombre de Dios. Es aquel nombre que de buena manera podríamos decir que es “innombrable” debido a su inconmensurable grandeza. La Biblia presenta este misterio del nombre de Dios, a partir de la divina comisión entregada a Moisés, varón escogido por la gracia de Dios para ser el caudillo que daría inicio a la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud de los egipcios. Aquel encuentro entre un hombre pecador igual a nosotros llamado Moisés y el Dios Santo, es una escena que nos debería detener en un análisis cuidadoso a fin de extraer la gran enseñanza que contiene ese episodio.

Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros” Éxodo 3:1-14

Esta declaración del Dios todo poderoso que ni los cielos pueden contener, revela ciertamente que El es El Eterno. El que siempre ha existido. El de ayer, el de hoy y por los siglos. El es El Alfa y La Omega, El Principio y El Fin, El Primero y El Ultimo. Su nombre encierra la eternidad y aquel “por siempre jamás”. No es posible encasillar al Creador bajo un rótulo nominal o nombre humano. Es en este episodio donde descubrimos que el nombre de Dios es realmente innombrable, ya que el texto indica que las letras originales del texto son las YHVH, es el conocido “tetragrámaton” o consonantes que no permiten la pronunciación de su nombre. Es el eterno nombre o HA-SHEM, es el Yo Soy Tu paz (Shalom), Yo soy tu estandarte (Nisi), Yo soy tu proveedor (Jireh), Yo soy tu sanador (Rapha)

Todo este comentario y análisis que nos muestra la grandeza del nombre de Dios, nos hace meditar en lo liviano que es para nosotros esta temática. Hoy por hoy nadie se preocupa de verificar si la advertencia del texto de éxodo, cuando dice que no debemos tomar el nombre del Señor en Vano, es el pan de cada día en los labios de la cristiandad actual. Hoy es frecuente escuchar “El Señor lo sabe” “El Señor me dijo”, “ El Señor me habló”. “El Señor me mostró” “El Señor me revelo” y para todo argumento se pone el nombre del Señor como aval de apoyo y sustento.

En estos tiempos finales, el poderoso nombre de Dios ha sido rebajado a una muletilla religiosa e irrespetuosa que pretende ponerse como testigo de las propias fantasías que los hombres imaginan en sus mentes afiebradas y sus entenebrecidos corazones.

El propio Señor Jesús enseñaba en su oración modelo:

“…santificado sea tu nombre” Mateo 6:9

Que impresionante es ver como el santificado nombre de Dios es tan manipulado bajo los propios intereses pecaminosos de los hombres. El celo de Dios que abunda en los corazones de los legítimos cristianos, se desborda por lo poros y sale desde las entrañas, cada vez que se escucha a aquellos facinerosos y traficantes de almas que en la actualidad en el nombre de Dios enseñan doctrinas de sus propios corazones, a otros que elevan en nombre de Dios tal o cual profecía y otros que también en nombre de Dios abusan de sus feligreses sacándoles hasta el último centavo de dinero usando la biblia torciéndola para mortificarlos y esclavizarlos.

Estos autoproclamados “varones de dios” que les gusta ser reconocidos por los demás cual fariseos de antaño, son los que toman en vano el nombre de Dios olvidando que tendrán que dar cuenta por cada palabra ociosa que salga de sus bocas.

“Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio” Mateo 12:36

Recordemos que hay una costumbre popular en el pueblo evangélico que acostumbra a usar el nombre de Dios para ponerlo de testigo de tal o cual experiencia que le ocurra a un individuo. Por ejemplo, se acostumbra, en el “nombre de Dios”, a buscar interpretaciones de sueños y cuando lo cuentan en el “nombre de Dios”, se revela un desapego absoluto de lo que la infalible Palabra de Dios enseña.

Recuerdo cuando un afamado pastor y líder en su oportunidad de un fuerte movimiento neo-pentecostal de Santiago, y que en “nombre de Dios” decía que en la noche salía a volar por Santiago, iba al infierno, visitabas las pailas donde la gente se estaba achurrascando, etc. etc. Este mismo “varón de dios” también profetizó en el “nombre de Dios” que el señor le había revelado que él sería el próximo presidente de la república de Chile y lo anunció a los cuatro vientos y mucho pueblo evangélico sin consultar al verdadero Señor, se sumó a esta fiebre de campaña presidencial. Como bien sabemos, este “siervo de dios” no tuvo ninguna representación en el electorado y la supuesta profecía entregada entre trompetas y címbalos en ”nombre de Dios”, resultó ser un fraude ya que nunca se cumplió. No obstante, este varón sigue soñando y hablando vanidad de su propio corazón en el “nombre de Dios”

“Así ha dicho Dios de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Dios. Dicen atrevidamente a los que me irritan: Dios dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros. Porque ¿quién estuvo en el secreto de Dios, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?” Jeremías 22: 16:18

Esta palabra del Profeta Jeremías, cobra tanta vigencia en nuestros días, que la exactitud de los hechos, nos deja por decir lo menos perplejos. Así es!. Hay muchos hoy que “en nombre de Dios” están alimentando vanas esperanzas y hablando visión de sus propios corazones, anunciando prosperidad y calma, cuando la legítima profecía anuncia absolutamente lo contrario. Hoy se habla de conquista, de reino, de poderes temporales, de riquezas, etc. etc., pero que no es mas que el producto del obstinado corazón de los falsos profetas del último tiempo, y que por cierto, no son pocos, son muchos. No en vano el Señor agrega en este pasaje de Jeremías:

¿Quién estuvo en el secreto de Dios, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?” Jeremías 22: 18

Sin ninguna duda, que son muy pocos proporcionalmente hablando, que están en el secreto de Dios, que ven y que oyen atentamente su Palabra, por lo tanto, no debe sorprendernos ni cautivarnos las copiosas membresías, muchedumbres o montones, ya que siempre el camino de “los muchos” ha sido el camino del error.

Es tan importante que meditemos en este tema, porque debemos apelar a la infalible Palabra de Dios cada vez que un individuo hable en el “nombre de Dios”. Ya que el tema de los falsos profetas no solo quedó relegado en la esfera de las clásicas sectas, por ejemplo Charles T. Russell con los Testigos de Jehová, Joseph Smith con los Mormones o Helen W. Withe con los adventstas de séptimo día, entre otros que también hablaron en “nombre de Dios” . La apostasía se hace más nítida en medio del llamado pueblo evangélico donde aparecen a granel estos llamados siervos, profetas, apóstoles, etc. Tan solo recordemos a aquel cantante que se hizo famoso por esa llamada alabanza titulada “cuan bello es el señor” cuya letra versaba así:

“Cuan bello es el señor cuan hermoso es el señor cuan bello es el señor hoy te quiero adorar la belleza de mi señor nunca se agotará la hermosura de mi señor siempre resplandecerá”

Esta canción escrita y cantada “en nombre de Dios” que al parecer es bíblica, presenta un desapego no menor con lo que revela la sagrada escritura ya que el único señor que es alabado por su hermosura en la biblia, no es precisamente nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo, sino que el mismísimo Satanás (Isaías 14 – Ezequiel 28). Por eso, así como dijo el apóstol Pablo:

“Examinadlo todo…” Tesalonicenses 5:21

Amados hermanos, debemos ser cuidadosos cuando mencionamos el nombre de Dios y sobre todo cuando pensamos que necesitamos un aval que nos respalde la declaración, opinión, decisión, etc. que tengamos que presentar. Dios no es nuestro testigo ni aval, el es el Dios todopoderoso y cada persona que desee honrarlo, debe amar y someterse a lo que su Palabra diga y no los caprichos de su defectuoso corazón. Cuando hablemos, no es necesario un aval, ya que cada uno sabe si lo que dice, es verdad o no.

“Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” Mateo 5:37

Que la gracia del Señor Jesucristo, nos ayude a entender la solemnidad y respeto cada vez que hablemos del “nombre de Dios” y nos recuerde siempre a no usarlo en vano. Que así sea. Amén.

PEL 2011

Categorías: Apologética

2 comentarios

Ximena · 15 de enero de 2014 a las 13:33

Oh Señor, perdonamos !!!!!
Por usar tu Nombre tantas veces en vano, sin dimensionar estas tremendas verdades reveladas a nosotros a traves de tu Palabra ….. ayudanos a que nuestro hablar sea como tu lo enseñas : Si, si ; no, no ; porque lo que es mas de esto, de mal procede. Mateo 5:37

Francisco Eduardo González Quiroz · 16 de enero de 2014 a las 09:44

Estimado(s)hermano(s)muchos saludos en el nombre que es por sobre todo nombre:Encontrar este lugar,fue para mí, mas que un regalo, fue una gran bendición porque, desgraciadamente, desde el púlpito de nuestras congregaciones no se predican temas como «En nombre de Dios» que son básicos para mantener una correcta relación y adoración a Dios.
Muchas gracias

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *