EL PODER DE LA LENGUA

Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana” Santiago 1:26

La Palabra de Dios nos entrega una profunda enseñanza respecto a lo que pueden significar los efectos de la lengua; aquel pequeño órgano de nuestro cuerpo que es capaz de articular y pronunciar las palabras. Sin la lengua, no tendríamos la posibilidad de comunicarnos y bendecir o maldecir, animar o aplastar, destruir o restaurar a nuestros semejantes. La lengua en un momento dado,  puede ser el oportuno consuelo ante el dolor, pero también puede ser la letal arma que mata despiadadamente.

“Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” Santiago 3: 5-6

En la antigüedad se acostumbraba a apedrear a los pecadores hasta lapidarlos. Esa fue la actividad característica de aquellos que se sentían dignos, limpios y aptos para entrar a la gloria de Dios; los fariseos, aquella secta judía que se jactaba de su trayectoria irreprensible y docta, pero que no tenían la más mínima piedad ante el pecador y consentían en su lapidación.

Hoy en nuestra sociedad occidental no se ven estos espectáculos de lapidación, no obstante,  las virulentas palabras que la lengua hace sacar de las profundidades del corazón humano,  de los religiosos que tienen tan alto concepto de sí mismos que miran a toda persona hacia abajo, se transforman en verdaderas armas mas letales que las propias piedras que terminan por sepultar al agredido.

 En el plano secular, vemos a una sociedad de la cual no estamos ajenos, que se agrede verbalmente con una carga de tensión y negatividad increíble; frente a un mínimo error de conducción de un vehículo, el causante es víctima de agresiones verbales de grueso calibre, en la televisión observamos que los honorables políticos y conductores de esta nación son expertos en agredir y denostar a sus opositores, y para que mencionar la farándula donde la lengua incisiva y destructiva es pan de cada día. La lengua sigue siendo aquel pequeño órgano del cuerpo humano  que ni el más fuerte de los hombres puede gobernar en un momento dado.

 “Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal” Santiago 3: 7- 8

 Los que han sido protagonistas o tan solo espectadores de riñas e intercambios de palabras articuladas por una lengua descontrolada y frívola que no perdona y que no mide sus consecuencias, tendrán que reconocer que ese lamentable y triste espectáculo muchas veces ha convertido un vaso de agua en una feroz tormenta o un pequeño fuego en un incendio de proporciones, en donde la muerte inclusive,  nuevamente se encarga de comprobar que sigue siendo la paga del pecado.

 La lengua venenosa cual gélida víbora, puede destruir a un individuo; puede dividir un hogar o una iglesia y puede concretar  las mas bajas intensiones que un ser humano pueda urdir en su corazón. Las letales heridas y profundas cicatrices que dejan como secuelas las palabras destructivas de una lengua descontrolada, a veces son muy difícil de borrar de la memoria de una persona.

El individuo que ha sido ofendido por aquella lengua fuera de control, recuerda las palabras hirientes y si no descansa en el perdón de Jesucristo, el odio y el resentimiento se hace cada vez más profundo, creando más y más distanciamiento entre el ofendido y el ofensor.

Frente a este tema, siempre recuerdo el sabio consejo de una hermana en Cristo que a menudo decía: “nunca me he arrepentido de no haberlo dicho”….A veces existe la tentación de decir algo que pueda herir a alguien aún cuando ese alguien merece escuchar eso y mucho mas, pero la divina virtud de callar y controlar la lengua es de pocos. Dios nos ayude a pensar y madurar todo antes de activar nuestra lengua. El Señor Jesucristo es el único que puede controlar la despiadada lengua.

 “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” Isaías 53: 7

 Nuestro único referente perfecto es el amado Señor Jesús, quien aún siendo santo y sin pecado, fue maltratado de manera brutal por manos pecadoras, no obstante, su boca y su lengua permaneció quieta y en silencio. Cuando los soldados le pegaban en su cabeza, le escupían y le escarnecían, él siempre mantuvo su extraordinaria templanza.  ¡Cuan alto y excelso es el testimonio y ejemplo legado por nuestro bendito Cristo! ¿Quién de nosotros se  podría comparar con él? Él es el verdadero maestro digno de imitar y ponderar en nuestras predicaciones.

Podrá alguien tener mucho conocimiento, experiencia y elocuencia, pero en definitiva es la templanza y la capacidad de refrenar la lengua,  lo que va a determinar la espiritualidad y crecimiento de un individuo. Un individuo que es gobernado por la ira y cuya lengua se transforma en una ametralladora que desmenuza y destruye, no puede definirse como alguien sabio o espiritual.

 “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre” Santiago 3: 10 – 13

 DON DE LENGUAS Y DESCONTROL DE LA LENGUA

 Para aquellos que insisten en decir que la evidencia de haber recibido el Espíritu Santo es hablar en lenguas extrañas, es muy importante que consideren que la evidencia de que el Espíritu Santo está gobernando a un individuo, es la templanza, es decir, el control de sí mismo y por ende, de su propia lengua. Algunos se jactan de que hablan en lenguas extrañas, pero no son capaces de refrenar su propia  lengua cuando están frente a la crítica o al desacuerdo. Tan solo basta con que Ud. le pise un cayo o le ponga el dedo en la llaga a estos supuestos “bautizados con el Espíritu Santo” para que la lengua de ellos, a modo ráfaga, comience a articular la verborrea incisiva y despiadada en contra de aquel o aquellos que han elevado alguna palabra crítica. Hermanos, no seamos niños en nuestro modo de pensar y de enseñar, los dones espirituales NO se sujetan a la espiritualidad, así que, es mas excelente tener una asamblea con dominio propio que gritando como locos.

 “Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?”

1 Corintios 14:23

 El descontrol de la lengua es una  muestra de inmadurez cristiana y por ello,  no debería existir ningún sentido de jactancia, más bien de vergüenza.

No es nuestro estudio en esta oportunidad presentar el tema del don de las lenguas,  que en la actualidad se asocia a una expresión extática y de jerigonza fonética, pero indistintamente a como cada uno lo conciba, lo importante y trascendental en el comportamiento cristiano, mas que el don de lenguas, es el control de la lengua, ya que la biblia enseña que  aquel que no la puede refrenar, la religión del tal es vana. Por muchas lenguas que alguien hable, pero que no sea capaz de controlar su propia lengua y no tenga dominio propio, demuestra que no está gobernado por el Espíritu de Dios.

 Hermanos, en vano intentamos tapar el sol con un dedo. Si la biblia dice que nuestra lengua pecaminosa no puede ser refrenada con esfuerzos humanos, tenemos que humildemente reconocerlo y pedir perdón al Señor para que nos dé de su gracia y así obtener el dominio propio. Necesitamos pensar muy bien antes de hablar y usar nuestra lengua,  la cual a veces se transforma en aquel arsenal destructivo y virulento.

 Curiosa y paradójicamente, la iglesia que debería ser el oasis y la cámara de inmunidad  ante un mundo que se ofende mutuamente y que utiliza la lengua como medio destructivo y lapidario, lamentablemente muestra todo lo contrario.

 No es raro encontrar hermanos que con biblia bajo el brazo se ofenden y se descalifican mutuamente, utilizando sus lenguas para bendecir a Dios y después para ofender a sus hermanos.

 El análisis de lo que significa la  pequeña lengua que se jacta de grandes cosas, es abundante en las santas escrituras. La lengua es catalogada como la causante de muchos males y aflicción de espíritu, por tal razón, es oportuno meditar esto con mucha  altura de mira, reflejando nuestra propia vida en los textos selectos de la Palabra de Dios.

 “La boca del justo producirá sabiduría; Mas la lengua perversa será cortada” Proverbios 10:31

 “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina”  Proverbios  12:18

 “La lengua de los sabios adornará la sabiduría; Mas la boca de los necios hablará sandeces” Proverbios 15:2

 “La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu” Proverbios 15:4

 “El perverso de corazón nunca hallará el bien, Y el que revuelve con su lengua caerá en el mal” Proverbios  17:20

 “La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos” Proverbios  18:21

 “El que anda en chismes descubre el secreto; No te entremetas, pues, con el suelto de lengua”  Proverbios  20:19

 “Amontonar tesoros con lengua mentirosa Es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte” Proverbios  21:6

 “El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias” Proverbios  21:23

 Frente a este colosal argumento que nos confirma de manera contundente lo que significa la lengua en nuestro cuerpo y como puede gobernarlo y destruir a otros, no nos queda otra opción que reconocer que estamos frente a un tema muy serio y digno de ser tratado.

Es importante precisar que la lengua en sí no es un órgano  autónomo, sino que sus  movimientos y articulación de palabras son estimulados por aquellos impulsos cerebrales que acarrean la información que esta almacenada en el alma del ser humano. Es por eso que el propio Señor Jesús enseñó:

 “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca” Lucas 6: 45

 En otras palabras, la lengua es la que externaliza la abundancia o escasez que portamos en nuestros corazones. Si nuestra lengua esta presta para lapidar o para restaurar, para destruir o para edificar, para perdonar o para condenar; demostrará la abundancia o carencia que hay en  nuestro corazón respecto a la gracia de Dios y la madurez de la estatura de Cristo en cada uno de los creyentes.

 La lengua no solo es productora de ofensas o críticas destructivas, sino que además de las tan frecuentes lisonjas y adulaciones. Aquellas palabras llenas de miel que desean o buscan algún objetivo de interés egoísta o ilegítimo.

 Amados hermanos, este breve estudio y repaso de lo que  la biblia nos enseña abundantemente respecto a  los efectos que puede causar la lengua, nos debe ahora permitir meditar y aprender que la espiritualidad de un creyente se mide en gran parte en la eficacia de controlar este órgano pequeño,  pero cual timón puede gobernar rápidamente una tremenda embarcación y conducirla a buen puerto o lamentablemente a un triste naufragio.  Que la gracia de Dios nos ayude a meditar profundamente en este importante tema. Que así sea, Amén.

 PEL 2011

Categorías: Devocional

0 comentarios

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *