¿DEFENDIENDO EL EVANGELIO O EL TEMPLO?

¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Mateo 24:2


Sin duda que parte del orgullo y gloria de Israel era el colosal templo de Jerusalén.  Hasta el día de hoy vemos como los rabinos ortodoxos rezan frente a los restos del muro, endechando, y casi golpeando su cabeza, por su memorable templo el que hasta ahora esta sustituido por una mezquita (lugar de los musulmanes) que se conoce por su clásico y brillante domo de la roca.

El Señor Jesucristo hablando con sus discípulos, y mostrándole la gloria del templo, les hace una deliberada y sensible pregunta: ¿veis todo esto? Él les muestra toda la construcción del templo de Jerusalén, construido en el tiempo de Zorobabel, y restaurado y ampliado por el rey Herodes; cuya construcción, según la biblia, tardó 46 años (Juan 2:20). Luego de aquella sugerente pregunta, Jesús les anuncia la futura destrucción de aquel templo, profecía que se cumplió de manera literal el año 70 d.C. en manos de las legiones romanas lideradas por el general Tito (39 – 81 d.C.).

No era primera vez que el Señor Jesucristo entregaba su enseñanza respecto al templo, ya lo había hecho antes, cuando él les decía a los judíos: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Juan 2: 19), pero los discípulos no podían ver más allá de lo material, por lo tanto, no entendieron como un templo que tardó varias décadas en ser construido, podría ser derribado y levantado en tres días. La biblia dice que Cristo hablaba de su propio cuerpo, aludiendo a su muerte y resurrección. Solo después que El Señor resucitó, sus discípulos comprendieron a que templo se refería. (Juan 2:22)

A miles de años de estos acontecimientos señalados, hoy vemos cuan vigente es esta enseñanza para todos nosotros, los que, por la gracia de Dios hemos sido salvados en Cristo Jesús, y hecho miembros de esta asamblea espiritual que se llama “la iglesia”. A diferencia de Israel, aquellos que conforman “la iglesia” no necesitan un edificio ni un templo para funcionar, sino que cada creyente en sí mismo, es un templo del Espíritu Santo, (1ª Corintios 6:19), es una “piedra viva” que construye este edificio espiritual (1ª Pedro 2:5), o como Pablo dice: los creyentes son el “edificio de Dios “(1ª Corintios 3: 9)

EL MISMO ERROR

Así como los discípulos no lograban discernir las profundas y espirituales enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, y en particular, lo concerniente a la relevancia que tenía para ellos la existencia del templo de Jerusalén, hoy vemos el mismo error de antaño. La gloria de muchos líderes y de sus feligreses, es precisamente la gloria de su “templo”.  Hay un fuerte apego en el seno del llamado pueblo de Dios de aquella imperiosa necesidad del imprescindible “templo” como requisito para poder funcionar como iglesia.  Y, es más, erróneamente la propia palabra “iglesia” ha pasado a ser sinónimo de templo.

Para muchos el templo y la liturgia que se celebra dentro, es imprescindible para seguir funcionando como iglesia. De este modo, lo material y el edificio en sí; su infraestructura y su belleza, han tomado tanta relevancia, que llega ser juzgado como insólito o absurdo, el reunirse fuera de aquellos cánones de las grandes edificaciones, basílicas o templos heredados de la iglesia católica romana. La cristiandad de nuestros días, ha cometido el mismo error, es decir, se vuelve a poner la mira en el edificio, que tarde o temprano, así como paso con el templo de Jerusalén, también será derribado.

¿QUE DEBEMOS DEFENDER?

El ejemplo de los osados profetas del antiguo testamento o de los fieles discípulos de Jesús que la biblia se encarga de presentarnos como un vivido testimonio de la fe peregrina, nos entrega una indudable enseñanza de la legitima defensa de La Verdad de Dios revelada en su Palabra: La Biblia.

Es al evangelio al cual le debemos fidelidad y energía para defenderlo. Es por la fe que una vez recibimos, que debemos contender ardientemente. Pero de ningún modo vemos a aquellos valientes heraldos de antaño defendiendo instituciones ni organizaciones religiosas que El Señor nunca nos ha mandado a construir. Y menos defender con “dientes y uñas” los edificios y los templos que solo nos llenan de orgullo terrenal, y que nos hace olvidar que no quedará de ellos “piedra sobre piedra que no sea derribada”.

Tristemente vemos que hoy se confunden las cosas. Se tuerce la enseñanza acerca de la fidelidad a Dios, cuando los intereses de unos pocos son puestos en riesgo. Muchos están elevando la voz de defender la fe, cuando lo único que están defendiendo es su organización, institución y edificio.

La verdadera iglesia que es “columna y baluarte de la verdad” (1ª Timoteo 3:15); “columna” porque sostiene la verdad y “baluarte” porque defiende la verdad. Y ¿Cuál es la verdad? La verdad es Cristo y su infalible palabra, y esta nos enseña que la iglesia no es el edificio ni la arquitectura, ni menos una pesada organización religiosa que tarde o temprano termina por escaparse de las manos de sus dirigentes; la iglesia es el cuerpo de Cristo compuesto por todos y cada uno de los que han sido llamados a ser miembros. Esa es la verdad, y en tiempos de tanta confusión, es necesario meditar en temas como estos.

Por muchos años, he presenciado el apego casi obsesivo de líderes de las iglesias cristianas, para llegar a tener su tan anhelado “templo”; y mientras más grande y más ostentoso, mejor. Muchos no pueden concebir una iglesia sin templo y sin institución. Pero quizás la actual pandemia ha permitido a más de alguno de ellos, comprender (por la biblia) que la iglesia sigue funcionando con o sin “templo”, y que la infalible Palabra de Dios jamás puede ser confinada o declarada en cuarentena.

Los primeros cristianos no se “enamoraban” de templos o locales de reunión, sino que de la verdadera comunión los unos a los otros. Es esa convicción de estar juntos para orar, cantar, partir el pan y estudiar las santas escrituras con alegría y sencillez de corazón (Hechos 2:46); anhelando con gozo que en cada día de reunión ninguno falte. Ellos se reunían en las casas, y aun en los tiempos de persecución, lo hacían furtivamente entre las frías catacumbas y nauseabundas alcantarillas de la ciudad. Esas son las convicciones de la verdadera iglesia de Cristo. Y era eso lo que precisamente ellos defendían.

Hoy asoman aquellos pastores asalariados que tienen los medios para contratar un buffet de abogados y  defender sus intereses organizacionales, pero hay muchos más cristianos que no tienen los medios para hacerlo, pero que conciben que la verdadera defensa del evangelio no se hace con abogados terrenales, sino que, con los divinos argumentos del propio evangelio; siempre y cuando, sea el evangelio que este siendo atacado y no una organización religiosa.

LAS LIMITACIONES DE LA ACTUAL PANDEMIA Y LA RESISTENCIA AL CONFINAMIENTO

Hasta lo que hemos visto y oído, las autoridades sanitarias (al menos en Chile); a las cuales, como cristianos, les debemos respeto cívico, ciertamente   con los límites que la propia escritura establece (Romanos 13:1-2), no ha prohibido predicar el evangelio. El que no se permita abrir los locales de reunión y especialmente aquellos suntuosos templos que reúnen a miles de feligreses, no significa que se esté impidiendo la predicación de la verdad y del evangelio. Por lo tanto, no está en cuestión aquella libertad, sino que el funcionamiento de reuniones masivas, y por supuesto, que las mega organizaciones religiosas están sufriendo mucho con todo esto.

Como es sabido, se ha “viralizado” la postura del Hno. John Mac Arthur respecto a desafiar a la gobernación de California USA (y a través de su enseñanza, a cualquier gobernador del mundo), abriendo su mega iglesia Grace Community Church y haciendo reuniones en contra del dictamen de la autoridad; argumentando con la siguiente frase: «Obedeceremos a Dios en lugar de a los hombres», «Vamos a ser fieles al Señor y vamos a dejarle los resultados a Él. Lo que pase va a ser lo que el permite que suceda. Pero estará de nuestro lado porque seremos obedientes y fieles a Su palabra” «No nos inclinaremos ante César. El Señor Jesucristo es nuestro rey.»

En primer lugar, honestamente hablando, es una frase muy bien dicha y coherente con un cristiano fiel al Señor y a su infalible Palabra. Sin embargo, esta ha de ser la postura que siempre debería mantener todo cristiano e iglesia fiel; no solo en contingencias como la que estamos cruzando, sino que aun en los tiempos de bonanza o tranquilidad. Sin embargo, frecuentemente sucede lo contrario. Porque cuando hay atractivos intereses que ofrece el “César” (el estado); ahí ya no es necesario ser tan bíblico y tan vehemente como se debiera; por tanto, se aceptan prebendas y privilegios estatales, lo que consecuentemente con el análisis, también significaría inclinarse servilmente ante el “César”. Eso es lo primero.

En segundo lugar, como se ha dicho anteriormente, lo que está en juego en California USA (y en cualquier otro país por más pequeño que sea); no es la prohibición de predicar el evangelio, sino que de abrir lugares de masiva convocatoria. Desgraciadamente la mega iglesia Grace Community Church, entra en esa calificación. Una iglesia local, conforme al diseño de Dios, donde se pueda partir el pan y beber solo de una copa y tener comunión unos con otros, no tiene estos problemas que tienen las mega instituciones.

Pero para ser justo, creemos que lo que le ha acontecido a nuestro querido y respetado Hno. MacArthur, es el mal de toda estructura organizacional megalómana, a la cual El Señor nunca nos ha mandado a construir.  Es más, ¿cómo se puede mantener la comunión práctica en una mega iglesia, donde los hermanos se reúnen y transitan en sus mega locales, sin siquiera conocer sus nombres? ¿No ha sido el error del Hno.  Mac Arthur, el mismo que han cometido tantos líderes que abrazaron hace décadas el Growth Church o movimiento de crecimiento de la iglesia? Es tan dramático esto, que según un hermano de Los Estados Unidos advirtió que Mac Arthur habría dicho “…no sé si alguien de nuestra congregación está enfermo o ha llegado al hospital…”, ante lo cual, este hermano pregunta: ¿Cómo un hombre podría pastorear a un redil de 4.000 ovejas?

En tercer lugar, poner de ejemplo a Pedro y Juan, quienes, según leemos en Hechos 4:19-20, dijeron: “Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”, y aplicarlo a la contingencia sanitaria para desafiar a la autoridad, es perder la sobriedad y balance que la biblia también nos manda a tener.

Pedro y Juan no estaban siendo perseguidos por abrir un mega local de reunión en medio de una pandemia, sino que eran perseguidos por predicar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Ellos mismos argumentaron: “porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”. Ellos, ciertamente dando testimonio de las palabras directas de Jesús, y en este tiempo nosotros, damos gracias al Señor, porque hasta ahora nadie nos ha prohibido dejar de decir lo que vemos y escuchamos de la infalible Palabra de Dios. Por lo tanto, desafiar la autoridad actual sosteniéndose del ejemplo de Pedro y Juan, no aplica para la actual contingencia, donde la prohibición no ha sido a predicar el evangelio, sino que abrir los mega templos. Ese es el punto, y debemos ser veraces en decirlo también.

En cuarto lugar, John Mac Arthur y los ancianos de Grace Community Church,  aceptaron la defensa legal en manos de una abogada personal del actual presidente de USA Donald Trump, la Sra.  Jenna Ellis y también del buffet de abogados de la organización ecuménica “próvida” “Thomas More Society”, que dicho sea de paso, su staff está compuesto por laicos ultra católicos, entre ellos la monja Christine M. Moskal.,

 (Fuente: https://www.thomasmoresociety.org/about/staff/ )

Lamentablemente en este caso, la opción del “remedio” adoptada, pasa a ser peor que la propia enfermedad, ya que con esto se pierde la independencia que la iglesia debe tener antes el estado y ante cualquier otro poder factico que rige esta sociedad caída. Aceptar dicha defensa, es también rendirse ante el César y ante los poderes de este mundo. Es lamentable.

Creemos que la iglesia debe siempre mantener su debida separación de los poderes temporales, pero vemos que este es otro error al querer defender instituciones y no el evangelio de Cristo.

PERSPECTIVA DE GLORIA

Finalmente, en tiempos cuando la cristiandad ha perdido su carácter peregrino y perspectiva celestial, quedémonos con lo que dice la infalible Palabra de Dios, y que aquello, sea suficiente para nosotros:

“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza” Romanos 5:3-4

Esta secuencia ha de ser la de todo aquel creyente que concibe su propia vida como a la de un peregrino. Tribulación – Paciencia – Prueba – Esperanza.

Si no existiera aflicción o tribulación, no tendríamos ningún interés en mirar hacia arriba para esperar la gloria venidera. ¡Esa es nuestra esperanza! Y la actual pandemia, no ayuda a mirar hacia arriba. ¿No crees?

Patéticamente en facebook algunos cristianos viven “rezongando” por lo que estamos viviendo; deseando (literalmente dicen algunos) “fusilar a gobernantes y poderosos de este mundo”. ¡Que insensatez!  Otros están al borde de la “paranoia conspiranoica”, olvidando que El Soberano tiene todo bajo control, y que “las piezas del tablero” se mueven de acuerdo a sus planes determinados de antemano, y que ningún hombrecito, por más que quiera, podrá cambiar.

Pero es escaso ver creyentes que digan sobriamente, con fuerza y convicción, y en consonancia a lo que la Biblia enseña, que este tiempo difícil y de tribulación, también es necesario, y ha sido muy útil para fortalecer nuestra perspectiva de gloria. Por lo tanto, ¡Gracias Señor por este tiempo también!

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos ayude a seguir trabajando para él y para su gloria, no dejando de mirar hacia arriba. Maranata!

PEL 08/2020


4 Comments

Jorge Belmar · 16 de agosto de 2020 at 02:24

Sin duda, han sido tiempos de prueba, tiempos que el Señor ha permitido en Su sola Soberana voluntad, pruebas en donde Él ha sido glorificado. Gracias por tu mensaje y tiempo apartado para exponer las Escrituras.

    sergio · 20 de agosto de 2020 at 16:03

    Todos los que se unan a el doctor macarthur se unen contra los principios de Dios. Porque el gobierno no esta prohibiendo la predicacion de la palabra solamente es la congregacion massiva.

Juan Francisco Fernández Del Rio · 23 de agosto de 2020 at 08:28

Lo único que sé es que habiendo sido un necio,ahora soy parte de su iglesia,no siendo digno de su amor inigualable,de ese amor que manifestó por mi derramando su presiosa sangre en la cruz.Satanas luchará hasta el final para cambiar corazones rescatados ,redimidos,pero sabemos que nuestra salvación Jesús nos la compró con precio de sangre.Aferremonos a Cristo el Señor con dientes y uñas,muy pronto el lucero de la mañana saldrá para siempre.

Idalia · 22 de octubre de 2020 at 20:20

Gracias a Dios que a pesar de no reunirnos en un local, a través del Internet se ha anunciado a muchos el evangelio, dado que la palabra no está presa, y a la vez han sido meses de pruebas porque el enemigo busca que la iglesia dejé de ver a Cristo pero hermanos animemos unos a otros que Cristo viene por una iglesia santa sin mancha sin arruga

Deja una respuesta

Avatar placeholder

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *