“venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” Mateo 6:10


Este texto está enmarcado en la promesa y prerrogativa de Dios, y que Jesús les enseñó a sus amados discípulos en aquella oración modelo. Fueron ellos precisamente que le pidieron a Jesús: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1).

Antes de leer este artículo, resulta muy útil formularnos las siguientes preguntas ¿Quién de nosotros no quisiera que la perfecta voluntad de Dios fuera una plena realidad en este mundo? ¿Quién podría negar que el estado espiritual, moral, económico de este mundo (sistema) confirma que el reino y la perfecta voluntad de Dios aún no está presente? ¿Qué impide que el reino y la voluntad de Dios se hagan aquí en la tierra?

Es interesante destacar que las primeras palabras que Jesús expresó en esa memorable “oración modelo”, son de alabanza y reconocimiento de la soberanía de Dios Padre. No hay mejor oración que aquella que se inicia reconociendo que Dios es soberano, y por lo tanto, entendiendo que él siempre hará su voluntad y no la nuestra. Los discípulos de la iglesia primitivamente así oraban:

“Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay” Hechos 4:24

Cuán importante es meditar en esta parte de la oración, en donde se exalta la soberanía de Dios y en donde se proyecta el cumplimiento de su promesa respecto al establecimiento del reinado justo de Cristo aquí en la tierra. No podemos separar el significado del reino de Dios al reino de Cristo. El reino de Cristo, el reino de los cielos o el reino de Dios, son expresiones sinónimas e intercambiables.

Se entiende que hay muchos que enseñan que el reino de Dios ya fue inaugurado con la primera venida de Cristo, y que en ese tiempo se habría cumplido el pasaje de apocalipsis 20:1-4. Pero esa profecía Juan la escribió en el apocalipsis recién en el año 95 d.C. aproximadamente. Es decir, lo que juan escribió, según aquellos que sostienen que el reino de Dios fue establecido en la primera venida de Cristo, entonces ya no sería una profecía, sino que más bien un relato alegórico e histórico, sobre lo ya ocurrido durante la vida y obra de nuestro Señor Jesucristo. Por eso, para muchos, erróneamente el libro de apocalipsis no significa un libro eminentemente profético, sino más bien un relato pedagógico, de alegorías y de paralelismo progresivo.

Esta posición defendida por hermanos amilenaristas y post milenaristas, crea una tremenda confusión e inconsistencia al leer, por ejemplo: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca” Apocalipsis 1:3, o el siguiente pasaje: “Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas” Apocalipsis 1:19

Sin duda que estos textos son evidentemente proféticos; si alguien cree literalmente lo que dice, no se podrían concebir de otra forma. No obstante, este artículo no tiene como objetivo pretender refutar ideas contradictorias [quizás en otros artículos sí], sino que apunta a meditar sobre la oración de Jesús, y particularmente en su petición al Padre soberano: “venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” Mateo 6:10

Para quienes creemos que la promesa del reino de Dios aquí en la tierra, cuyo Rey no podría ser otro sino que nuestro Señor y Salvador Jesucristo, tenemos la esperanza futura de que un día la tierra será restaurada y gobernada con justicia y paz. También creemos que en este postrer tiempo, el estado de la humanidad y del planeta tierra en su conjunto, irá de mal en peor. Por lo tanto, qué duda cabe que la oración de Jesús “venga tu reino” es una petición que será cumplida solo cuando nuestro Señor Jesucristo regrese por segunda vez a la tierra y no antes.

  1. Estado actual de la humanidad y del planeta

 Por más optimista que seamos, no podemos negar que la degradación moral y espiritual de la humanidad y también del escenario que pisamos; es lóbrego y con tinieblas que avanzan. Y esto, no significa necesariamente la negación del progreso en aspectos tecnológicos que hacen la vida cada vez más cómoda y placentera, porque bien sabemos que la prosperidad y comodidad, es inversamente proporcional a la espiritualidad y moralidad del hombre caído. No olvidemos que la generación de Caín fue próspera y de desarrollo industrial y artístico (Génesis 4: 19-22), pero esa condición no la eximía de su responsabilidad respecto a la evidente decadencia pecaminosa.

Es más, nuestro Señor y sus apóstoles nos advirtieron que los días finales tendrán características de comodidad, placeres, prosperidad, pero profunda decadencia moral y espiritual (Lucas 17: 27-29). ¿No es eso lo que justamente vemos por todas partes?

“Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre.  Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; más el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos” Lucas 17: 26-29

“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios,  aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” Efesios 5: 15-16

“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos…los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” 2ª Timoteo 3:1,13

Por lo demás, no vemos en ningún país donde existan los dos pilares de justicia y paz, que son aquellos que establecerá nuestro Señor Jesucristo cuando regrese por segunda vez a establecer su reino. Nadie puede negar que sea imposible establecer la paz si primero no hay justicia.

El problema es que el hombre caído no tiene la capacidad de establecer justicia, y no me refiero a los inconversos, sino que a los propios cristianos. Es decir, todos; creyentes e inconversos no podemos establecer la justicia que se requiere para sostener lo que la biblia enseña sobre el reino de Dios. No estamos capacitados. Nuestra naturaleza pecaminosa que aun mora en nuestros miembros nos impide pensar y obrar con justicia. El apóstol Pablo dijo:

“…la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios…” 1ª Corintios 15:50

Es una falacia pensar que la iglesia es “el reino de Dios” como muchos presumidamente enseñan. La biblia es clara en enseñarnos que quien pondrá los pilares para levantar el estrado del reino de Dios, será únicamente nuestro Señor Jesucristo en su segunda venida. No seamos engañados.

Respecto al deterioro del ecosistema, tampoco nadie podría negarlo. La flora, la fauna, el medioambiente, etc., está en progresivo daño que se confirma con la información fidedigna de entidades ambientales, pero principalmente se advierte literalmente por la infalible Palabra de Dios:

“Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” Romanos 8:22

Pablo enseña pedagógicamente con este ejemplo, que la creación sufre los avances de intensidad y frecuencia de sus dolores de parto. Es curioso, pero cabe señalar que si Pablo sabía que el reino de Dios ya estaba inaugurado “aquí y ahora” durante la primera venida de Cristo (según lo enseñan los amilenaritas y post milenaristas), ¿Cómo entonces el propio Pablo advierte de estas palabras y aún más habla, nos habla de la esperanza de la “manifestación gloriosa de los hijos de Dios” , agregando además:

“Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?  Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos” Romanos 8:24-25

  1. La causa del estado actual de la humanidad y del planeta

“Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno” 1ª Juan 5:19

Este pasaje escrito por el apóstol Juan, es uno de los más claros en decirnos que el sistema actual está bajo el dominio de satanás. En palabras simples, todo lo que conforma este sistema y sus poderes temporales están dominados por el maligno, esto es el diablo. Y no nos debería sorprender ya que el propio diablo, insolentemente le ofreció al Señor entregarle los reinos y dominios terrenales a cambio de adoración, ante lo cual el Soberano Señor le respondió: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” Mateo 4:10. Por otra parte, el apóstol Pablo también agrega:

“…siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” Efesios 2: 2

“…el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” 2ª Corintios 4:4

En estos dos textos, Pablo se refiere a satanás como “príncipe de la potestad del aire” y “dios de este siglo”. En ambos casos, el diablo es descrito como aquel que aún tiene potestad, primeramente para operar sobre los hijos de desobediencia y cegar el entendimiento de los incrédulos.

Entonces, podemos afirmar que todos los estamentos que conforman esta sociedad, en su estructura, organización y gobierno, están bajo el dominio de Satanás. Esta la causa cardinal del deplorable estado moral y espiritual de mundo en su conjunto. Además esto también explica coherentemente la razón de lo que primeramente Cristo hará al establecer el reino de Dios aquí en la tierra, será precisamente encarcelar a satanás con el fin de que este “no engañe más a las naciones” (vea Apocalipsis 20: 1-3).

Por lo tanto, entendiendo que el diablo aún no está encarcelado, las naciones siguen siendo engañadas con su astucia; considerando que tal engaño muchas veces se asemeja a la verdad. Como alguien dijo acertadamente: “el diablo ofrece mucho, da poco y lo quita todo”. La biblia dice que el diablo es el padre de mentira. Su engaño a las naciones siempre ha consistido sistemáticamente en ofrecer paz, seguridad, justicia, prosperidad y felicidad, pero fuera de la esfera de Dios. El diablo ha prometido Salud, Dinero y Amor; trilogía apetecida y seguida por toda la humanidad caída. Pero las promesas mentirosas del archienemigo de Dios y de nuestras almas, siempre han apuntado a la muerte.

Toda la estructura de clases de este mundo, la injustica, la inseguridad, la ausencia de paz, la inmoralidad y la anomia en su conjunto, “se la debemos” en parte a satanás; quien tiene temporalmente el dominio de las naciones. Los estados y sus poderes facticos; el ejecutivo, legislativo, los magistrados, el magisterio, las fuerzas armadas, el poder económico y político, etc., todo está bajo el maligno, aunque no sobre la decisión soberana del Dios todopoderoso quien finalmente siempre tendrá el control de todo.

  1. Cristo viene a reinar

Pero los que por misericordia hemos sido arrebatados del reino del diablo y trasladados al reino de su amado hijo (Colosenses 1:13), creemos que la biblia habla literalmente de que Dios va establecer su reinado justo aquí en la tierra cuando su Hijo Jesucristo vuelva por segunda vez. Esa es la promesa y la base del ruego de nuestro Señor cuando dijo: “venga tu reino”.

Si bien creemos en un reino espiritual, del cual ya gozan todos los creyentes en Cristo, no podemos con ello negar la biblia habla literalmente de un reinado real y tangible presidido por nuestro amado Salvador y Señor. Los relatos no son alegorías, sino que promesas verdaderas y de cumplimiento literal. Creemos que cuando El Señor dijo: “hágase tu voluntad como el cielo, así también en la tierra”, estaba rogando por el cumplimiento literal de aquello. Por lo tanto, un día seremos testigos de aquel reino justo que establecerá acá en la tierra, y por fin, veremos como la perfecta voluntad de Dios se hace entre las naciones. He aquí 5 puntos de lo que será el establecimiento del reinado de Cristo de manera corporal aquí en la tierra:

  1. El reino de Justicia. (Apocalipsis 19: 1:21, Hebreos 1:8)
  2. El reino de paz. (Isaías 9:6, 26:12)
  3. El reino que se hará extenso por toda la tierra. (Isaías 11: 9)
  4. El reino establecido en Jerusalén vindicada. (Mateo 5: 35, 2º Crónicas 6:6)
  5. El reino que restaura la creación (flora y fauna). (Isaías 11:1-8, 65:25)

Tan solo con observar someramente estos 5 puntos de las características del reino de Dios aquí en la tierra, no podemos hacer otra cosa, sino confirmar una vez más que en la actualidad, ninguno de aquellos puntos son un hecho palpable y verdadero. Sin embargo, siguen siendo parte de la promesa aún futura y que cumplirá la plegaria de nuestro Señor Jesucristo cuando rogó a su Padre: “venga tu reino”.

Me pregunto: ¿Quién de nosotros no anhela un reino mundial de justicia y paz? Pero esto no es una utopía, si es que nuestra esperanza se fundamenta en la promesa de Dios por medio de Jesucristo. De otro modo, todos los esfuerzos humanos, aunque bien intencionados, no serán suficientes para que aquello sea una realidad. Solo nuestro Señor Jesucristo tiene la potestad y capacidad para establecer este tan anhelado reino de justicia y paz.

Dado que los hombres no han podido resolver sus propios problemas durante miles de años, proclamamos con toda seguridad de que es indispensable la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo para que las bendiciones del reino de Dios se cumplan de manera literal. Es necesario que los tiempos se cumplan hasta que llegue aquel día cuando Cristo irrumpirá en poder y gran gloria, y todo ojo le verá, y entonces Él establecerá su estrado en Jerusalén, desde donde Él reinará con vara de hierro.

Amados hermanos que nadie nos mueva de nuestra manera de pensar como si el reino de Dios ya está, o se está estableciendo aquí. Es necesario que El Rey vuelva corporalmente y que nosotros previamente seamos revestidos de gloria como Él lo ha prometido.

Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo nos ayude a estar velando porque no sabemos a qué hora ha de regresar. Que así sea. Amén.

PEL 02/2020

Categorías: Devocional

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