INTRODUCCIÓN

En tiempos de tanta confusión y de engaño, que bueno es detenerse y poder meditar en lo que creemos y por que lo creemos sobre la base de la Biblia y no sobre la base de interpretaciones subjetivas y racionales.

Hoy se ha levantado un fuerte ataque hacia una de las doctrinas elementales del cristianismo histórico, me refiero a la deidad de Cristo.
Son muchos los “iluminados” y sectas que hablan con una autoridad extraordinaria respecto a la persona de Cristo, vierten su abundante conocimiento y dedicación para hacer frente a cualquiera que se oponga a las ideas ya preconcebidas en sus mentes. Estos falsos profetas, han olvidado absolutamente que la racionalidad no sirve para comprender a Dios y que la abundancia del conocimiento ( aunque sea bíblico) sin la total dependencia del Espíritu Santo, se transforma en un arma de doble filo que en definitiva se vuelve en contra de ellos mismos para su propia perdición.
El apóstol Pedro lo dijo muy bien:

“…hay algunas (cosas) difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” 2 Pedro 3: 16b

Todo aquel que se pare frente a los demás como demostrando saberlo todo y sin temor y temblor, vociferar que es el portavoz de la revelación divina, o la nueva revelación o el encargado de restaurar el evangelio en los últimos tiempos, es sin duda un falso profeta. Y esto es categórico, aún cuando individuos así sepan mucho de la Biblia y aún cuando sus vidas sean ejemplares, porque lo mismo hacen los musulmanes, mormones, testigos de Jehová u otras sectas.

El sello del verdadero hijo de Dios es el temor y la reverencia, reconociendo su incompetencia delante del Dios santo. El discurso del legitimo hijo de Dios, tiene la esencia del sermón de Juan el Bautista, indicando cuan necesario es que nosotros mengüemos y que Cristo crezca y que sea él quien reciba la gloria.
Dios nos entrega un sabio consejo a través del Apóstol Pablo para vencer nuestra soberbia y aprender más de Cristo y de su humildad:

 “El conocimiento envanece….Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él” 1 Corintios 8:1-3

¿CONOCIMIENTO O REVELACIÓN?

“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” Mateo 11:25-27

Este texto es realmente sorprendente porque la soberanía de Dios anula toda iniciativa y esfuerzo humano. El acercamiento hacia Dios y la revelación de las cosas no depende del hombre sino exclusivamente de Dios. Es frente a este texto cuando prefiero mil veces estar entre los niños ignorantes que entre los sabios y entendidos. Prefiero mil veces hablar como el ignorante Pedro que como el sabio Nicodemo.

El texto enseña que toda la revelación del Padre depende de la soberanía del Hijo: “..y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”. No consiste en el cúmulo de conocimiento que nosotros podamos tener, sino que en la revelación que el Hijo nos suministre y todo es por gracia y para su gloria.
Las Escrituras presentan la igualdad en sustancia y en autoridad del Padre y del Hijo. Ambos son coexistentes, eternos y soberanos. Jesús le responde a Felipe:

“Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí?” Juan 14: 9-10

No voy a analizar la explicación que dan los “teólogos racionalistas” respecto a este pasaje, sino que apelaremos a la interpretación histórica y sana exégesis, considerando la primera regla de interpretación de las Sagradas Escrituras, es decir, la aplicación literal del texto.
El Señor Jesús dice literalmente que es la imagen misma del Padre. Quien lo ve a él, ve al Padre. Esto está en completa armonía con lo que Pablo dice en Colosenses:

“El es la imagen del Dios invisible” Colosenses 1:15

“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” Colosenses 2:9

 Nadie discute la deidad del Padre, pero sí muchos discuten la deidad del Hijo. En los pasajes señalados, queda al descubierto que el Padre y el Hijo son parte de una unidad compuesta y de una misma esencia. Cristo es la imagen del Padre invisible y a su vez la plenitud de Dios. El texto no señala que solo sea morada de Dios, sino que él es Dios. Si Jesús es Dios, además es eterno.

EL HIJO ETERNO

Nadie presenta objeción al tratar el asunto de la eternidad del Padre, pero muchos si la tienen respecto a la eternidad del Hijo. La pregunta que surge frente a este tema ¿Puede haber Padre eterno sin Hijo eterno? Si no se acepta la eternidad del Hijo, entonces el Padre no es eterno.

El hermano Francisco Lacueva decía:

“Jesucristo es el Hijo de Dios, y si Jesucristo no es eterno, el Padre tampoco es eterno. Si hay en Dios un Hijo eterno, es porque en Dios hay un Padre eterno, porque si el Hijo no fuera eterno, habría algún momento en que habría un Dios que no era Padre, porque quedaba el Hijo colgado. El Hijo tiene que significar que hay un Padre.
Recuerdo que un día le pregunté a un niño de 12 ó 13 años:: Oye tú eres el hijo mayor, para curarme en salud, dice sí, yo soy el hijo mayor, le digo, pues, mira te voy a decir una cosa muy rara: tu padre es igual de joven que tú, o tú eres igual de viejo que tu padre. Claro, todos los niños se echaron a reír. Les digo, bueno, no riáis, antes de que tu nacieras, tu padre era hombre pero no era padre. Cuándo fue padre, cuando tu fuiste hijo ¿verdad? Pues entonces, como padre e hijo, los 2 sois de la misma edad”.

Conocer a Jesucristo es mas que racionalidad. La gran piedra de tope de todas las sectas y falsos maestros, es el choque frontal que se produce entre la eternidad de Dios y la lógica humana. Cuando conceptos tan elevados como eternidad, deidad, omnipresencia o soberanía aparecen literalmente en las Escrituras, los racionales se esfuerzan para poder hacer encajar lo infinito en los finito de sus propias mentes. Ellos han olvidado textos tales como:

“¡OH profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor?” Romanos 11:33-34


“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Dios. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” Isaías 55:8-9.

La enseñanza de Jesús respecto a su igualdad con el Padre, siempre provocó la reacción automática contraria de los fariseos y de los escribas, porque ellos no podían aceptar que “un hombre común y cualquiera” se autoproclamara a sí mismo como Dios. Por consecuencia, muchas veces pretendieron lapidarlo por tal “blasfemia”.

«Entonces le dijeron los judíos: «aún no tienes cincuenta años y ¿ya has visto a Abraham?» Jesús les dijo: «de cierto, de cierto os digo que antes de que Abraham fuese yo soy». Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo” Juan 8: 57-59

 Este texto, entre otros, declara literalmente la eternidad del Hijo, y la reacción de los religiosos es el decreto que lo confirma. El hecho de que los judíos tomaran piedras para lapidar a Jesús, no responde a otra cosa sino solamente a la implícita declaración de Cristo de que él era Dios.
Los que niegan que Jesús es Dios siempre apelan a que la evidencia bíblica jamás dice literalmente que “Jesús es Dios”. De ahí nadie los va a sacar. No obstante, gran parte de la enseñanza es implícita y contextual. Muchas veces nos encontramos con instrucciones que no son declaradas literalmente, pero que sin embargo la abundante evidencia bíblica es suficiente para entender y creer tal o cual enseñanza. Lo importante de todo esto, es que si no hay dependencia del Espíritu Santo al momento de leer la Sagrada Escritura, no puede haber entendimiento y revelación. De ahí que se explica que muchas personas leen y leen la Biblia y nunca llegan al conocimiento de la verdad. Son como aquellas mujercillas que declara el Apóstol Pablo:

“Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” 2 Timoteo 3:7

¿JESUCRISTO SUPER ESTRELLA O JESUCRISTO – DIOS HECHO CARNE?

Los que niegan la deidad de Jesús, tales como los Testigos de Jehová, los Cristadelfianos y otras sectas más, dicen que él solo fue una creación de Dios y que debido a su obediencia y fiel testimonio acá en la tierra, llegó a ser exaltado a tal punto de ser declarado Señor. Esta aparente verdad, no esta completa de acuerdo a los enseñado en la Biblia, y como bien sabemos, las verdades a medias siempre terminan en una gran mentira.

Muchos conciben a Jesús solo como un hombre admirable o súper estrella. Todos recordaremos aquella obra musical “ Jesucristo Superestrella” en donde presentan a un Jesús solo hombre, que no sabía ni entendía nada y que al final se estaba arrepintiendo de todo lo que había hecho. Sin duda, obra más satánica y blasfemia que esa, no me imagino. Esta opera rock siempre es promovida y presentada por la iglesia católica romana en temporada de semana santa, lo que nos revela que el clero romanista no discierne en lo absoluto las Sagradas Escrituras aún con los años de magisterio de teología avanzada. Ahí se expone a Jesús como un hombre admirable y nada más que eso. Es como incluir al Señor en una nómina de figuras extraordinarias, tales como Buda, Confucio, Zoroastro, Gandhi, etc. etc.

Pero la Biblia no presenta a Jesucristo así como la pervertida mente humana lo pretende erigir. Jesús es el Hijo eterno, Dios hecho carne y él no es digno de admiración solamente, él es digno de adoración.

El apóstol Pablo les decía a los Filipenses:

“ para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” Filipenses 2: 10-11

Según este pasaje, Jesús es digno de adoración. Y como la Biblia enseña tajantemente que solo Dios puede ser adorado, entonces nadie puede dudar de que Jesús es Dios. El Hijo eterno es revelado para gloria de Dios Padre.
Aún con esta evidencia, los detractores de tal enseñanza, dicen que Dios ordena que Jesús sea alabado después de su exaltación, pero que él no es Dios. Tal vez estos falsos predicadores olvidan que Jesús recibió la divina prerrogativa de ser alabado aún en su ministerio terrenal:

“Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.” Mateo 4: 10-11

Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios. Mateo 14:33

Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. Juan 9:38

Estos textos, entre otros, declaran que Jesús recibió la adoración sin rechazarla y esto fue antes de su sacrificio y de su exaltación. La razón de esto es bien simple y muy categórica: Jesús es Dios.
Los ángeles le adoraron, los discípulos le adoraron y el ciego que recibió la vista también le adoró. Si Jesús hubiese sido solo un hombre, la Escritura se encargaría de registrar el rechazo a la adoración que a él se le entregó, tal cual lo hace el ángel en Apocalipsis:

“Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo… Adora a Dios” Apocalipsis 19:10

El Señor Jesucristo, no rechazó la adoración, porque él era y es Dios. De lo contrario debemos afirmar, como lo decía Josh Mc Dowell, solo hay tres opciones:
Jesús era un lunático, un mentiroso o realmente era Dios.
Finalmente, es bueno meditar en lo siguiente:

1. Si Jesús era un hombre, la cruz fue un crimen, pero si era Dios, fue una ofrenda.
“porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” Hebreos 10:14

 2. Si Jesús era un hombre, la cruz fue un martirio, pero si era Dios, fue un sacrificio.
“pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” Hebreos 10:12

 3. Si Jesús era un hombre, ellos tomaron su vida, pero si era Dios, él la dio voluntariamente.
“…porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” Juan 10:17-18.

 4. Si Jesús era un hombre, es digno de admiración, pero si era Dios, es digno de adoración.
«Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios». Mateo 14:33

 5. Si Jesús era un hombre, debemos ponernos de pie ante él, pero si era Dios, debemos caer de rodillas y rendir nuestras vidas a él.
“ para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” Filipenses 2: 10-11

Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, Dios Hijo, le guíe en este importante tema tan maltratado a través de los siglos y sobre todo en este último tiempo de tanta apostasía.

PEL2007

 

 

Categorías: Estudio

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